Su fin estaba anunciado y llegó anoche sin aspavientos. Tómbola feneció de muerte natural. El mal gusto de sus debates del corazón no agradaba a muchos, pero su gran seguimiento siempre sirvió de coartada para mantenerlo en Canal 9, aunque fuera una tele pública. Pero cuando la audiencia pasó del 40% a un raquítico 13%, entre otras cosas por la competencia de sus imitadores, las excusas se acabaron.

Los nuevos dirigentes del PP valenciano ya habían dicho que el programa no era de su agrado y en diversas ocasiones, en los últimos meses, había caído de la parrilla. Ayer se emitió el último programa. Canal 9 no renovará el contrato que desde 1997 mantenía con la productora Anny Producciones, a razón de 120.000 euros por emisión.

Tómbola nació poco después de que el PP llegara al Gobierno valenciano. El entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, puso a su amigo y jefe de campaña, Jesús Sánchez Carrascosa, al frente de Canal 9, que en poco tiempo cayó a niveles de audiencia del 15%. Debates amañados y programas de testimonio empezaron a poblar la tele valenciana. Pero fue el show de Ximo Rovira el que recuperó la audiencia. El precio fue el escándalo y las críticas avergonzadas, pero también un repunte publicitario y la posibilidad de exportarlo. Canal Sur y Telemadrid compraron el producto y, al mismo tiempo, el espíritu de Tómbola caló en las cadenas privadas.

PRIMERAS DESERCIONES

Primero la andaluza y después la madrileña (febrero del 2001) retiraron el show ante las protestas y, como admitió el director de Telemadrid, Francisco Giménez Alemán, porque "tenía menos audiencia": Tómbola cayó del 40% al 30% y carecía de patrocinador. Pero siguió en Canal 9. Entre el 2001 y el 2002, Anny y Producciones 52 facturó 20 millones de euros a Canal 9.

Pese al cambio de líder en el PP valenciano y el triunfo de Francisco Camps en las autonómicas del 2003, los medios públicos siguieron en manos zaplanistas y Tómbola en antena. Pero el comportamiento escabroso de algunos invitados indignó al sector campsista.

Este verano, la nueva élite popular se hizo con el control de los medios. En su primera intervención en las Cortes Valencianas, el flamante director de Canal 9, Pedro García, anunció que programas que "atenten contra el buen gusto y el decoro" no tendrían cabida. Fue el epitafio a una muerte anunciada.