--¿Le apetecía participar en una ficción de corte histórico?

--Me apetecía hacer un personaje real. Y he tenido la suerte de interpretar a Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, sobre el que hay mucha leyenda y oscuridad. Es un personaje político, ambicioso, ultrainteligente y muy adelantado a la época. Aun siendo frío y calculador, vive una historia de pasión muy fuerte.

--¿Cómo se ha preparado para interpretarlo?

--Me he documentado todo lo que he podido. Me han servido de mucha ayuda mis dos Belenes Belén Rueda y Belén Macías, la directora, que me han ofrecido mucho apoyo.

--Ha regresado a Antena 3 TV, la cadena que le lanzó a la fama con Los hombres de Paco...

--Es la tele que emitió la serie con el personaje que más repercusión ha tenido en mi carrera, pero no tengo contrato con esta, aunque sí muy buen rollo.

--¿Tiene mal recuerdo de Lucas, su álter ego en aquella serie?

--No reniego, ni lo haré jamás, ni de Lucas ni de la serie. Aprendí muchísimo y me dio la oportunidad de poder hacer otros personajes por lo mediático que fue. Durante tres años trabajé con un grupo de gente que, ahora mismo, es casi familia mía.

--¿Teme que el público no pueda desvincularle de Lucas?

--No. Intento no pensar demasiado en lo que los demás creen, porque entonces me volvería loco. Después de tres años llegó un momento en que Lucas ya no me motivaba tanto.

--A los 14 años se subió a un escenario con Las amistades peligrosas. No acabó bien...

--Juré que jamás sería actor. Pasé muchos nervios.

--¿Y qué le hizo rectificar?

--Esta profesión no ha querido desprenderse de mí. Desde pequeño he sido actor por mi forma de ser y por los pájaros que tengo en la cabeza. Otra cosa es que en un momento dado haya tenido contrariedades. Me encanta hacer teatro, es adrenalina pura, pero tengo ansiedad durante todo el día hasta que llega el momento del escenario.