TVE-1 estrenó el pasado viernes Un, dos, tres... ¡A leer esta vez! , el histórico concurso de Chicho Ibáñez Serrador que ha regresado reconvertido en un medio producto audiovisual dedicado a promocionar la literatura. El primer programa se dedicó al libro Las mil y una noches , y logró una media de 6.803.000 personas; es decir, el 46,2% de los que a esa hora veía la tele. Esta noche, intentará mantener el interés con Drácula , de Bram Stroker.

--¿Qué balance hace?

--Muy positivo, aunque a toro pasado es fácil hablar. Ya sé que se esperaba mucho de este programa, porque ha estado muy bien promocionado, y eso asusta. Pero la verdadera audiencia la sabremos a partir del cuarto o quinto programa.

--¿Y su valoración profesional?

--Creo que es un Un, dos, tres... mucho más moderno. A los que consideran que es una cosa antigua, les diría que se trata de un formato, y un formato es como un pedazo de papel, que puede ser de cualquier época. Desde 1972 hasta hoy, los formatos de la mayoría de los concursos han sido paridos con alguna base del Un, dos, tres... . Y en esta edición incluimos cosas que no se habían hecho jamás en el programa. Por ejemplo, tratar de dejar sin dinero a la gente.

--¿Por qué el aspecto cultural?

--Un pensador alemán dice que si hacemos que un adulto lea por su propia voluntad más de tres libros, se convertirá en un lector. Yo pensé que si todo el programa gira alrededor de un libro, de alguna manera obligamos a leer, y si se hace una edición muy, muy barata, en la que estén todas las respuestas a todas las preguntas que se puedan hacer, pues igual se podía hacer algo. Si logramos rescatar a un grupo de muchachos para la lectura, habrá valido la pena.

--¿Entretenimiento y formación pueden ir juntos en TV?

--Siempre me preguntaban por qué no se podía hacer un programa didáctico que entretuviera; pues bien, creo que éste es un sistema de lograrlo. Me empeñé en hacerlo y aquí está.

--¿Son actividades excluyentes ver la televisión y leer?

--Son distintas. En la televisión te lo dan todo imaginado y no hay ejercicio de imaginación más importante que leer.

--Pero mientras se lee, no se puede ver la televisión.

--Creo que eso es muy sano, porque dependemos demasiado de la televisión, que nos está malformando, haciendo que todas las conversaciones traten de ella. Y está pervirtiendo el gusto.

--¿Crea una falsa realidad?

--Me temo que sí.

--Es una conclusión dura para alguien dedicado a la TV.

--Muy dura, pero me temo que así es. Aunque no toda la televisión es negativa..., por lo menos, te enteras de lo que pasa en el mundo; o al menos, te enteras de lo que quieren que te enteres. No me interesa un ser humano educado por la televisión.

--Y entonces, ¿hacer este programa no es como tirar piedras contra su propio tejado?

--Es que yo no creo que ningún ser humano pensante pueda comparar al libro con la televisión. El libro es algo imprescindible. La televisión, no.