De la parada militar que se organizó ayer en Madrid, habitual de cada año en la fiesta de la Virgen del Pilar, nos han interesado en casa las novedades bélicas que el Gobierno de España ha mandado comprar para que estemos bien armados.

El presentador de la jornada, Manuel Lombao, acreditado especialista de TVE en desfiles castrenses y en dolientes procesiones de Semana Santa --una doble especialización muy acertada-- nos introdujo dos reportajes, sobre las dos últimas máquinas de guerra que acaban de llegar. A saber: un helicóptero de ataque llamado Tigre , elemento de temible fiereza y portentosa agilidad del que se han comprado 24 unidades --sólo vimos los dos que ha dejado de muestra el fabricante, pero el resto del pedido está al llegar--, y un vehículo de combate, un carro blindado llamado Piraña . Según oficiales que han probado estas armas, su grado de sofisticación es notable.

La cabina del helicóptero, por ejemplo, "todo es a base de ordenadores", advirtió el coronel de la base de Colmenar, y añadió: "La información es tan grande que el piloto tiene que estar muy preparado para no quedar desbordado".

En cuanto al Piraña , fue un cabo primero quien nos sintetizó la última novedad tecnológica que alberga: "Lleva un chivato que avisa si el vehículo ha sido detectado por un arma láser. Lanza un pitido. Entonces hay que salir corriendo". Impresionante.

Estos artilugios tan sofisticados contrastan, no obstante, con los rupestres y primitivos nombres que les pone el fabricante. Bautizar Tigre y Piraña a máquinas dignas de la guerra de las galaxias suena a historieta de Sandokán . Puestos en lo agropecuario, es preferible la siempre imperturbable cabra de la Legión. Desfila cada año, desde tiempo inmemorial, y sin necesidad de ordenadores ni detectores de láser. Y no olvide el personal que la última reconquista patria, la de Perejil, fue en un pedrusco habitado por cabras.