Ha comenzado la tercera Operación triunfo (TVE-1). Hemos visto descender de los andamios a jóvenes estupendos que aspiran a subir más alto con esta fabulosa plataforma de negocio del disco compacto que les ponen. En casa nos ha gustado mucho Nuria, de Barcelona. Gran estilo el de esta muchacha. Cantó el tema de Rosario Flores Agua y sal , y cuando desgranó el estribillo Como el agua del mar que se va entre los dedos , a nosotros se nos iba el alma siguiéndola. También nos hemos quedado prendidos de Sonia, concursante de Cerdanyola. O sea, que, en líneas generales, la materia prima es buena. Todos eran mis hijos, dijo una vez el dramaturgo Arthur Miller refiriéndose a cómo morían los jóvenes en los frentes de batalla mientras otros, en la sombra, hacían un negocio redondo. Aquí la contienda es musical, y es verdad que resulta menos cruenta. Pero cuando el presentador Carlos Lozano despidió a esa docenita de criaturas aspirantes que quedaron fuera del concurso, varadas en un banco del plató, compungidas y quietas, y les dijo: "Sois reservas. Si alguien es expulsado, o abandona, o se lesiona, uno de vosotros entra", a nosotros nos entró como un desasosiego. Y es que ser reservista a los 20 años tiene que ser tremendo.

Lo que más nos impresionó en casa de esta primera noche del concurso fue la nueva actitud de Nina como directora de la Academia. Ahora aparece muy severa, férrea, casi castrense. Le dijo al concursante Mario, estimable ruiseñor recién llegado de Tarazona: "Tienes las cuerdas vocales inflamadas. Nunca hemos prohibido fumar en la Academia. Deberás dejar el tabaco". O sea, ni un pitillo, ni una calada, ni una voluta de humo en el ambiente. Hombre, si consiguen que los concursantes fumadores lo dejen, será glorioso. Puede que en la pamplina del Festival de Eurovisión queden con menos votos que Andorra, pero siempre tendrán la honra de haber inventado un método para dejar de fumar que funciona.