José María Aznar pisó por fin Galicia ayer por la mañana, 31 días después de que el naufragio del Prestige desatara el mayor desastre ecológico de la historia de España. El presidente, que pidió "disculpas" por sus "errores" y por su tardía visita, sólo vio el chapapote al sobrevolar en avión las isla de Cíes y la zona del hundimiento.

El presidente renunció a inspeccionar las playas afectadas por el vertido de fuel porque, según alegó, las visitas de autoridades no hacen sino "molestar" a aquellos que las están limpiando. Como hizo el rey Juan Carlos el 2 de diciembre, el príncipe Felipe visitará mañana lunes el litoral dañado por el fuel del Prestige. Ayer Aznar, en cambio, sólo pisó la torre de control del puerto de La Coruña, cuartel general de la comisión de coordinación operativa de esta crisis.

CUATRO HORAS DE VISITA

Su viaje relámpago --apenas duró cuatro horas-- se inició a las 11 de la mañana, cuando aterrizó en el aeropuerto de La Coruña procedente de la cumbre europea celebrada en Copenhague. En coche oficial, y burlando a los manifestantes contundentemente alejados por la policía, se desplazó al puerto coruñés. Allí charló con el presidente gallego, Manuel Fraga; el vicepresidente Mariano Rajoy; el alcalde de la ciudad, Francisco Vázquez; los responsables del puente de mando contra la marea negra, y los presidentes de las cofradías más beneficiadas por las ayudas gubernamentales.

En una rueda de prensa celebrada en lo alto de la torre de control del puerto coruñés, a salvo de las iras de los pescadores y mariscadores arruinados por el Prestige, Aznar presumió de su coherencia por haber cumplido la promesa de ir a Galicia "con soluciones", no a hacerse "fotos oportunistas" para "manipular los sentimientos de los gallegos". Se disculpó ante quienes "se hayan podido molestar" por esta tardanza y apuntó que acudir antes le hubiera beneficiado electoralmente al hacerle parecer "más simpático", pero advirtió de que su primer deber era buscar soluciones "de presente y futuro" para Galicia.

Desgranó exhaustivamente más de un centenar de medidas, tras pedir de nuevo "disculpas" a los gallegos por no haberles brindado siempre los medios necesarios para combatir las oleadas de fuel. "Soy bien consciente de que nuestros medios no siempre llegaron a tiempo donde hacían falta, soy consciente y asumo los errores", se excusó, subrayando a renglón seguido que estas "carencias" se han cubierto "tan pronto como ha sido posible".

Aznar rindió tributo a los gallegos, a los voluntarios --"expresión de los vínculos que unen a todos los españoles", dijo-- y a la tarea desarrollada por las Fuerzas Armadas. También alertó de que "no es momento de partidismos, egoísmos ni espíritus flojos o pusilánimes, sino de solidaridad, trabajo y empeño común". Arenga que remachó con un mensaje de esperanza: "Más pronto que tarde ganaremos esta difícil partida".

APOYO TOTAL A CASCOS

Pese a declararse "absolutamente satisfecho" de la gestión de Rajoy al frente del gabinete de crisis, corrigió al vicepresidente Mariano Rajoy, quien siempre ha insistido en que la orden de alejar el Prestige de la costa la dictó el titular de Fomento, Francisco Alvarez-Cascos. Remarcó que fue una "decisión política" de todo el Gobierno, al margen de quién la tomara.