No hay que irse a Helsinki, a Singapur o a Seúl para viajar a la escuela del siglo XXI. Basta con desplazarse a Jarandilla de la Vera o Santa Amalia, bajar a Burguillos del Cerro o explorar las principales ciudades extremeñas. Aquí también hay experiencias educativas innovadoras y de éxito que invitan a aparcar la forma tradicional de enseñar. «Esas clases donde el alumno se sienta a escuchar a un docente que habla durante 40 minutos están muy bien, pero tienen la utilidad que tienen y no pueden ser el único recurso ni tan siquiera el mayoritario. Un alumno necesita actividad, ser el actor principal y el docente convertirse solo en el ayudante, el que estimula, el que corrige, el que propone...», sentencia Manuel Negrete, director del IES Jaranda de Jarandilla de la Vera, con cerca de 400 alumnos.

En este centro se plantearon hace años que había que cambiar la forma de trabajar dentro y fuera del aula y se lanzaron a innovar. Se busca que el alumno sea una parte más activa en el proceso de aprendizaje, algo más que un mero espectador, y educar competencias, destrezas y habilidades pero también personas. Y eso se puede lograr con el aprendizaje basado en proyectos (ABP), en retos, en problemas,... y con la gamificación -convertir las cosas en un juego-.

«Los niños son los principales agentes de su aprendizaje, investigan y generan su propio conocimiento y eso no se olvida. Sin embargo, con la enseñanza tradicional poco más que memorizan y vomitan lo memorizado, no desarrollan destrezas ni alcanzan todas las competencias», expone Juan Diego Ortiz, director del IESO Martías Ramón Martínez, de Burguillos del Cerro. Ya lo dijo Confucio: «Si escucho olvido, si veo recuerdo, si hago entiendo».

Este centro de Burguillos es otro cole innovador que trabaja por proyectos. «Siempre quisimos dar el salto, así que empezamos a investigar y a visitar por internet centros punteros». El impulso definitivo llegó con una profesora visitante alemana que ya aplicaba estas metodologías activas en su país. «Tenemos claro que sin emoción no hay aprendizaje», defiende.

DISTINTAS FORMAS / En estos centros cambia la metodología pero también la organización: hay más comunicación entre docentes, se utilizan otros espacios, se trabaja en grupos reducidos y heterogéneos, se integran a personas ajenas al centro, se habla de emociones, se incluyen a aquellos con necesidades educativas especiales, se interactúa con el entorno... «Está comprobado, un alumno que tiene una necesidad educativa especial y sale fuera de su aula a recibir ese apoyo se siente excluído y eso afecta a su estado anímico y personal», avisa Marisol Díaz, jefa de estudio del colegio Nuestra Señora de Fátima, en Badajoz.

Todos estos cambios fomentan además otras habilidades como el trabajo en equipo, la cooperación, el compromiso, la comunicación, la crítica, la toma de decisiones, la responsabilidad, la independencia,... Pero para poner en práctica esta renovación pedagógica, que cabe en cualquier legislación educativa -según Negrete-, se necesita más implicación y motivación. Y en este camino también hay cuestas. Hay que encajar todo el currículo que se tiene que impartir obligatoriamente -que no siempre es posible- y sigue habiendo resistencias entre los propios docentes y los equipos directivos. «Estamos intentando seducir a más compañeros para que se involucren pero no es fácil. Lamentablemente somos pocos y en otros centros me consta que los equipos directivos lo impiden», confiesa Negrete. Y la innovación sin colaboración es inviable. Tampoco ayuda la inestabilidad de la plantilla de los centros, en la que buena parte son interinos. «Cuando llegan hay que formarles y motivarles para que les pique el gusanillo», apunta Ortiz.

«En educación siempre hay resistencia, cambiar la forma de hacer las cosas cuesta. Pero la incertidumbre es normal, he tenido que justificarme mucho, también ante los padres, es normal, pero a medida que vas haciendo y compartiendo experiencias te das cuenta de que el camino es este y vas ganando seguridad y convencimiento», apunta Negrete. De ahí la importancia de conocer qué buenas prácticas están haciendo otros. De esta forma, ha nacido una red integrada por cuatro centros extremeños -IES Jaranda, IESO Sierra de la Mesta de Santa Amalia, IES Val Xálima de Valverde del Fresno y IES Albarregas de Mérida- que trabajan con estas metodologías activas, aunque no son los únicos. El 21 de abril celebrarán en Cáceres una jornada formativa sobre innovación. Y este es el objetivo también de un nuevo programa de la Consejería de Educación, llamado Muévete, para que los docentes hagan estancias en otros centros. Porque es dentro de los centros donde se mejora la educación. «En el fracaso escolar inciden muchos elementos, pero cuando empezamos a hablar de ello casi sin darnos cuenta acabamos culpando siempre a los que están fuera de los colegios y no es verdad, la principal causa del fracaso está de las paredes de un centro para dentro».

Detrás de cada proyecto de innovación de estos y otros centros extremeños hay solo un afán: atajar el fracaso escolar, la insatisfacción y dar una educación integral. «Nosotros hemos encontrado un camino posible. No hace falta irse a Finlandia o Corea del Sur, basta con adaptar los métodos que allí se aplican a nuestra realidad. A la enseñanza tradicional no le quedan excusas, no hay estudios ya que la justifiquen», concluye Juan Diego Ortiz.