El modelo de gestión de los aeropuertos españoles es prácticamente único en Europa. Actualmente operan en el país 47 terminales, todas ellas bajo el control de la empresa estatal Aena, una entidad que se define a sí misma "como el mayor sistema aeroportuario y de navegación aérea del continente", ya que la mayoría de los países del entorno han optado por la descentralización y dar entrada a la inversión privada.

El anuncio de la Junta de Extremadura de iniciar el proyecto de un futuro aeropuerto internacional en Cáceres podría incorporar a la región al espacio aéreo nacional y mundial a través del carro de la iniciativa privada, una experiencia en la que ya están trabajando ciudades como Ciudad Real, Castellón --cuyos nuevos aeropuertos ya están en construcción--, Murcia y Málaga --todavía en fase de estudio--, y por la que también se han interesado Huelva y Cádiz .

Sin embargo, mientras todos estos proyectos se resuelven, el panorama aéreo español se encuentra bajo los efectos de otro fenómeno que está revolucionando las estructuras del sector: el auge de las compañías de bajo coste. Su implantación en los aeropuertos secundarios está produciendo un significativo impacto en la actividad económica de las regiones que rodean a las terminales aéreas. Así, el aumento de pasajeros que pasan por sus instalaciones fomenta principalmente el crecimiento de la hostelería y el comercio, aunque también arrastra al mercado inmobiliario y a las inversiones en infraestructuras. Murcia y Girona son buenos ejemplos de los cambios sufridos por el aterrizaje de las llamadas low cost .

Aumento espectacular

Durante el año 2000 pasaron por el aeropuerto de San Javier --situado a 40 kilómetros de la capital murciana y próximo al Mar Menor-- unos 155.000 pasajeros. En el 2005 esa cifra se disparó hasta 1.500.000. El motivo, el incremento de la oferta y la demanda de estas compañías aéreas que operan en él.

Los vuelos baratos están incentivando el protagonismo de las ciudades medianas. Es el ejemplo de Girona, que desde hace una década ha visto aumentar el número de visitantes en un 30% cada año. Según el ayuntamiento, las razones de este empuje turístico se encuentran en la la rehabilitación del casco antiguo y la decidida apuesta de la compañía Ryanair por los viajes en avión de bajo coste. De hecho, la ciudad catalana tiene actualmente conexiones casi diarias con 23 destinos europeos y ha pasado de facturar 552.000 billetes en el año 2002 a los más de tres millones del 2005.

Valladolid, Santander o Jerez son otros de los núcleos urbanos que están experimentando un gran incremento del tráfico. Es más, según un estudio de la consultora británica Moneycorp, el metro cuadrado de suelo en muchas de estas zonas próximas a aeropuertos con vuelos baratos está muy por encima de lugares similares que no disponen de compañías de bajo coste.

La implantación de este tipo de empresas en Europa es espectacular. De hecho, España es junto al Reino Unido su mercado más prolífico. Sólo durante el pasado año, uno de cada cinco vuelos que surcaron los cielos españoles correspondían a esta modalidad de tráfico aéreo y los aeropuertos nacionales son los que mayor volumen de viajeros vacacionales reciben en todo el continente procedentes de desembarcos de estos aviones.

Margen de crecimiento

Además, el mercado todavía tiene mucho margen de desarrollo, como ha reconocido el director general de Ryanair para España, Alfonso Claver, quien ya ha manifestado que su empresa está intentando establecer un gran mapa de rutas nacionales a bajo coste. Con ello esperan revolucionar el sector del transporte de viajeros, ya que ofrecerán vuelos peninsulares por 36 euros.

Pero, ¿cuál es el secreto de estas compañías para no sufrir grandes pérdidas y competir con las grandes aerolíneas --como Iberia o Air France--? La clave está en reducir al máximo los costes y prescindir de servicios innecesarios, como explican desde la revista de consumidores y usuarios Consumer.es . En este sentido, estas compañías trabajan con plantillas muy reducidas, recortan costes de distribución, carecen de grandes oficinas, evitan intermediarios, reducen el tiempo de estancia en tierra y viajan a aeropuertos secundarios para pagar menores tasas. Incluso reducen al máximo los servicios en vuelo: ni comida, ni periódicos, ni siquiera billete en papel.

En apenas un año y medio Ciudad Real espera contar con su aeropuerto privado, el primero de estas características en España, y las empresas de bajo coste ya se han fijado en él. A sus modernas y amplias instalaciones suma su ubicación, adyacente a la línea de Alta Velocidad Madrid-Sevilla, a la estación de ferrocarril y a las principales autovías de su región, algo que también podría ocurrir en el proyecto cacereño.