La teoría del iceberg viene a resumir que solo vemos lo que está a la vista. Lo que está en la superficie. La masa de hielo enorme que se esconde bajo el mar escapa a los ojos y queda reducida a la nada si no es visible, desaparece. En la proa solo hay una mínima escarcha que reluce y esa es la que cuenta. Aunque debajo de la marea residan años que han provocado que el témpano alcance la altura de miras. Bajo ese iceberg hay horas, años de paciencia, tomos y temas. Renuncias pesadas y soledad. Ganas de abandonar y suerte para encontrar un futuro que no existe y que quién sabe si llegará a ser algún día. En ese hielo sombrío y solitario entre el sí y el no viven muchos. Pero pocos lo saben. En esa suerte de limbo viven los que se juegan todo a la carta que aspiran para poder asegurar un futuro.

Centenares de extremeños preparan cada año su plaza de empleo público. Los nuevos anuncios de convocatorias copan las academias y la esperanza de un trabajo tras la crisis redobla el número de opositores de los que solo unos pocos ocuparán un espacio en el ente público. De lo que nadie se da cuenta es que detrás de ese logro hay desvelos a los que suscribirse. Es el ‘precio’ de la oposición. Y no solo en cuanto a inversión de temarios que puede alcanzar en algunos casos los 500 euros, las academias que puede subir de los 100 euros o la idea de un preparador individual que puede rondar los 400. Bajo la punta del iceberg del ‘qué bien vives’ y ‘cuántas vacaciones tienes’ hay un coste mayor de toneladas de renuncias y preparación.

Ana Casado García-Mora es de Don Benito y tiene 32 años. Siempre quiso ser profesora. Ahora se prepara para ello y estudia las oposiciones de Educación. La Junta convocó las pruebas para este año, pero la falta de presupuestos generales hará que se posterguen hasta el año que viene. Aún así, sigue en el camino y prepara sus setenta temas entre «seis y ocho horas diarias».

Su vida gira entre la academia y el tiempo que dedica al temario en su casa de Cáceres. Si la fortuna le sonríe y aprueba el examen estará más cerca de tener un trabajo estable y un sueldo fijo para el resto de su vida. Asegura estar mentalizada pero echa de menos «su tiempo libre». «Es un precio que tienes que pagar, pero merece la pena», apunta. La opositora menciona el coste emocional, habla sobre lo que no se ve. «Detrás hay mucho trabajo que no se reconoce, secunda. Aunque unos años más joven -tiene 24-, Lorena Sánchez, prepara los mismos exámenes de Educación en la misma academia de Cáceres. Ahora estudia menos horas, pero también apunta que cuando presuponía la fecha próxima ‘empollaba’ entre las seis y ocho horas. Lorena define este tiempo como «una montaña rusa de emociones, un día estás arriba y otro estás abajo, es un trabajo psicológico muy grande». «Hay un montón de sacrificio detrás», secunda. Como Ana, Lorena alude al «apoyo» de su familia para mantenerse en el camino.

Para ellas es el primer examen, pero algunos llevan en el camino más tiempo. José Rodríguez quiere ser Guardia Civil y ya ha probado suerte una vez. Los «nervios» traicionan. Sigue en el intento y se da de plazo un año más. Tiene 39. Ha renunciado a su trabajo para sumergirse en la preparación. «Es complicado si tienes pareja, echas de menos tener más tiempo para tus cosas, pero el objetivo es lo que cuenta», apostilla.

Intentos aparte, la que acumula más años -y méritos- en el camino es Toni Lozano: siete. Vive en Badajoz y es interina. Prepara el examen de auxiliar administrativo. Ella sabe mejor que nadie el secreto de la constancia que, según dice, «es la clave para seguir luchando por la plaza. Hay días que estudia tres horas o cuatro. Otros dos. No mantiene el mismo ritmo de intensidad que sus compañeros, pero el nivel de implicación es el mismo. «Veo a mis hermanos y a mi familia una vez al mes», destaca.

Los cuatro, de diferentes especialidades y edades, marcan sus propias pautas, pero todos hacen sus propias concesiones, insisten en que es «una carrera de fondo». Hablan como ‘runners’, de hecho, muchos se refugian en el deporte para sobrellevar el periodo de preparación, y es que aunque no lo parezca, en este caso cuenta lo mismo que en una media maratón: la resistencia. La meta también es la misma para todos: un empleo estable. Todos buscan la «comodidad» de un salario, un horario y un puesto fijo. «No hay trabajo y los trabajos son precarios, 500 o 600 euros no te dan para vivir y aquí en Extremadura, una región con una calidad de vida tan grande puedes vivir con un sueldo que ronde los 1.000 euros», argumenta la pacense Ana Casado sobre porqué cada vez más gente apuesta por ocupar un puesto en la función pública.

UNA MEDIA DE 30 AÑOS // La educación (primaria, secundaria y formación profesional), la sanidad (personal sanitario y gestión de servicios), los cuerpos de seguridad (policía nacional, local y guardia civil), la Junta (funcionarios y laborales) y el estado amplían las áreas a las que aspiran los extremeños que preparan su examen por el puesto.

En el país, el pacto estatal para convocar 250.000 plazas en tres años da ha copado las academias de aspirantes a plazas en el ente público en el último año. En Extremadura, el Servicio Extremeño de Salud (SES) anuncia 1.400 plazas y en Educación quedan pendientes 330 plazas. Esto unido a la falta de empleo, los despidos, provoca que cada vez más extremeños apuesten por el empleo público. Según las academias, el perfil medio de opositor pasa por una media de edad de 30 años. La paridad está presente, pero hay categorías en las que la las mujeres son protagonistas cada vez con más frecuencia. Por antonomasia ha sido mayoritaria su presencia en especialidades como enfermería y auxiliar administrativo, pero lo cierto es que gana peso en otras como en cuerpos de seguridad del estado. Roberto González, responsable de la academia Cum Laude, que prepara a alrededor de 500 opositores coincide en el «repunte».

En ese sentido, el responsable del centro preparador, asevera que son muchos los que desisten una vez que empiezan. Hay muchos que no asumen el esfuerzo. Nacho Rodríguez, de la academia Ábacos de Cáceres, por otro lado, apostilla que son más los que abandonan por motivos personales que hacen incompatible sus estudios que por «desánimo». Pero lo cierto es que por el camino muchos se quedan por el camino. Nacho, que trabaja con alrededor de 250 aspirantes destaca que las claves para ser opositor son «voluntad, constancia y esfuerzo».

También aboga por encontrar a gente especializada que conozca el terreno y el temario. Cada categoría es diferente. La preparación para un celador o auxiliar administrativo no es la misma que para un juez. Por su parte, González añade que «antes de apuntarse hay que reflexionar que una oposición condiciona tu vida, uno tiene que luchar con uno mismo, esto no va de si tengo un rato estudio, va de que el estudio centra mi tiempo y si tengo tiempo libre hago otra cosa». Asevera que no hay un tiempo medio para preparar una oposición, destaca que cada caso es particular y lo que hay que inculcar es el «compromiso».