Tres montañeros navarros de la misma familia fallecieron el sábado sepultados por un alud cuando efectuaban una travesía por el pico Collarada, en el término municipal oscense de Villanúa. Se trata de los hermanos Domingo y Santiago Eugui Martincorena, de 39 y 32 años, y de su cuñado Unai Pérez Isasi, de 38, cuyos cadáveres fueron localizados y rescatados ayer por la tarde por efectivos de la Guardia Civil de Montaña de Jaca, Boltana y Panticosa, que ya habían iniciado el rastreo el sábado por la tarde, tras alertar de su desaparición la hermana y esposa de los fallecidos.

Los tres jóvenes, que se alojaban en un apartamento en Candanchú con otros familiares, salieron a primera hora de la mañana del sábado --sobre las 8.30-- con dirección a Villanúa para efectuar una ascensión al pico Collarada. Montañeros veteranos --los tres eran socios de la Federación Navarra de Deportes de Montaña y Escalada--, iban correctamente equipados y tenían la intención de regresar a mediodía para comer con sus parientes, los cuales, preocupados por su tardanza, alertaron a la Guardia Civil poco después de las cinco de la tarde.

Inmediatamente se dirigieron a la zona seis efectivos de los especialistas de Montaña de Jaca para iniciar el rastreo. Hallaron su coche en el paraje conocido como La Espata, en la senda de acceso al Collarada y anterior a la valla a partir de la cual es necesaria la autorización del Ayuntamiento de Villanúa para circular.

Los guardias estuvieron buscándolos hasta entrada la madrugada. Sin éxito y en condiciones más que adversas: poca visibilidad, temperaturas de más de cinco grados bajo cero y una ventisca que eliminaba cualquier posibilidad de encontrar huellas de los desaparecidos. Entrada la noche, y antes de suspender el rastreo, los especialistas alcanzaron uno de los refugios de la zona, en el que no había rastro de los montañeros.

Los equipos de rescate retomaron el rastreo a primera hora de la mañana de ayer, con un dispositivo al que se habían sumado cuatro guardias civiles de Boltaña y tres de Panticosa, y en el que contaban con el apoyo de dos perros y de un helicóptero. El aparato distribuyó por diferentes zonas del pico Collarada a los rastreadores, que inspeccionaron varias coladas --pequeñas avalanchas-- sin hallar tampoco señales de la presencia de los desaparecidos.

Sobre las tres de la tarde, los ocupantes del helicóptero, que estuvieron toda la mañana efectuando vuelos de reconocimiento, observaron una fractura en la nieve de unos cien metros de longitud en el paraje conocido como el Cubilar de los Bueyes, situado a unos 1.800 metros de altura --el Collarada tiene 2.886--. Al bajar vieron, esparcidos por la nieve varios objetos, como una mochila, un guante y esquís --necesarios para una parte de la travesía-- que les hicieron temer que los desaparecidos pudieran haber sido víctimas de un alud en ese punto.

Allí encontraron, en la superficie, a uno de los cadáveres. Muy cerca, y tras obtener dos respuestas al accionar el ARVA (Aparato de Rastreo de Víctimas de Avalanchas), hallaron a los otros dos. Uno, sepultado por 40 centímetros de nieve; el otro, bajo una capa de un metro.

Los cuerpos fueron evacuados sobre las seis de la tarde por el helicóptero hasta la Escuela de Montaña de Jaca, desde donde fueron trasladados al tanatorio de la ciudad de Jaca para practicarles la autopsia por orden del juzgado de guardia.

La Guardia Civil estima que el alud pudo ocurrir entre las 12 y las 13 horas del sábado, pero desconoce sus causas.