Aunque se desconoce la fecha exacta, parece que la tradición de besar el manto a la Virgen de la Montaña se remonta al siglo XVII, cuando el anacoreta Francisco Paniagua recorría la ciudad con una imagen pequeña de la patrona implorando limosna para levantarle una capilla en la Sierra de la Mosca.

Así comenzó la devoción cacereña, según recordaba ayer el vicemayordomo de la cofradía, Francisco Javier Acedo Reifarth, coincidiendo con el inicio del besamanto. Acedo explicaba cómo hace más de tres siglos, Paniagua también daba a besar a los cacereños el manto de la talla primitiva, que se conserva en la cueva y que no es la que desfila y está en el camarín, ya que ésta se realizó posteriormente, es de la escuela sevillana y se esculpió entre los años 1620 y 1626.

Sea como fuere, lo cierto es que el acto del besamanto continuó después en el santuario cuando se celebraba allí la novena, luego se realizó en Santa María cuando la imagen bajaba a la ciudad cada cuatro años, hasta que se institucionalizó una vez al año, coincidiendo con la bajada anual de la Montaña a la concatedral.

Este año, el besamanto, que es el acto más tradicional del novenario, concluirá a las doce de la noche de hoy en Santa María. La cofradía estima en miles el número de cacereños que acudirán al templo. A las cinco de la tarde de ayer, las colas ya encaraban la calle del Arco de la Estrella y los cofrades dispusieron 50.000 estampas, que repartirán durante ambas jornadas a todos aquellos que desfilen bajo el manto.

La prenda

Sólo en contadas ocasiones la Montaña luce mantos de cola puesto que la talla es de pequeñas dimensiones (mide 58 centímetros, 10 la cabeza, 8 el rostro y 25 el Niño, que tiene 7 centímetros de cabeza). El besamanto es una de esas ocasiones idóneas para vestir a la patrona con manto de cola. Para esta edición se ha optado por un manto de tisú de oro liso adornado con entredoses de oro, hecho especialmente para los besamantos por las Hijas de la Iglesia, que habitaron el santuario hasta 1986.

Como hay mayores, enfermos o impedidos que no pueden acudir a Santa María, grupos de voluntarias de las parroquias --hay vicenciadas y de la pastoral de enfermos-- se desplazan a casas, hospitales y residencias para que quienes previamente lo solicitan puedan besar el manto de la Virgen. Este año participan las iglesias de Fátima, San Pedro de Alcántara, San José, Guadalupe, San Eugenio, San Blas, Espíritu Santo, San Juan, Santiago y San Mateo. La cofradía pone a su disposición 15 mantos.

Igualmente, ayer se celebró la mesa de ofrendas en el Palacio Episcopal, con productos donados por los cacereños, sobre todo dulces, que luego salieron a subasta. Los fondos obtenidos son para la cofradía.