La Villa de Cáceres no sufrió la contienda, pero las tropas francesas y españolas enfrentadas en la Guerra de la Independencia entre 1808 y 1812, encontraron en la ciudad el punto de abastecimiento para sus hombres. Lo corrobora la documentación de una de las 37 cajas en las que el Archivo Municipal conserva esta parte de la historia de Cáceres y que se muestra por primera vez al público en el seno de la exposición en el Palacio de la Isla, integrada en los actos de San Miguel. Pretende recordar esta etapa histórica de la ciudad y divulgar la riqueza del archivo.

La colección la integran 24 documentos del ejército francés. "La mayor parte son cartas con peticiones que el ejército y las divisiones enviaban a Cáceres, reclamando abastecimiento, ropa, zapatos, material para el Hospital Militar que había en Trujillo", cuenta Fernando Jiménez Berrocal, archivero municipal.

Esto convirtió a Cáceres en el principal núcleo de abastecimiento de las tropas, lo que lejos de convertirse en una opción de desarrollo sumió a la ciudad y a las localidades próximas en una profunda crisis económica, debido a la encrucijada en la que ambos ejércitos las sitúan, y a los requerimientos del ejército francés y sus dirigentes, el general De Foi y el Mariscal Soult. "Es frecuente que en las cartas hicieran saber a las autoridades de la ciudad que unas tropas sin provisiones serían difíciles de contener, casi a modo de amenaza", explica el archivero, que añade: "incluso en ocasiones, los plazos que se fijaban para la entrega de los productos eran inferiores a un día".

Las rúbricas

Los más de 200 documentos de las tropas de Napoleón están escritos principalmente en francés, aunque en algunos de ellos el papel está dividido verticalmente en dos columnas. "En una de ellas escribían el texto original, en francés, y en la otra sus traductores lo hacían en castellano", señala Jiménez Berrocal. También hay algunos escritos en un buen castellano de la época, como los que firma Antonio Izquierdo de Wasteren, "probablemente un afrancesado", sostiene. En otras, figura la rúbrica del Mariscal Junot, alto mando de las tropas de Francia.

Por otro lado, tratando de frenar el abastecimiento de las tropas francesas estaban otras misivas procedentes del ejército español tratando de impedir el reparto.

"La situación paralizó la vida en la ciudad, las ferias y la trashumancia, no solo por la falta de material, sino porque los jóvenes se iban al frente", explica Jiménez Berrocal. De hecho hay documentos en los que se solicita que se permita a los jóvenes incorporarse a la lucha cuando termine la siega o cuando acabe el esquilado de las ovejas. "Y se permitía, porque si no se hacía la siega, los ejércitos perderían una fuente de abastecimiento, y si no esquilaban las ovejas, estas podían morir durante el verano", explica el archivero.

En todo caso, hubo un personaje que se considera clave para que Cáceres consiguiera mantenerse al margen de la contienda: Alvaro Gómez Becerra, que a la postre sería ministro de Gracia y Justicia en los gobiernos que formó Mendizábal (en 1835 y 1836), pero que entonces era un joven abogado de la ciudad de la que llegó a ser alcalde. "Creó un engranaje diplomático para mediar en las peticiones de ambos bandos, que no perjudicaran a los ciudadanos y que se evitaran fusilamientos", señala Jiménez Berrocal.

En el año 2008, cuando se conmemoraba el segundo centenario del enfrentamiento, el Palacio de la Isla ya albergó una exposición con parte del material que se conserva en el Archivo Municipal. Pero entre los documentos que entonces se mostraron no estaban las cartas que ahora se pueden ver. La historia de Cáceres saca a la luz un nuevo tesoro.