El mundo taurino en Cáceres empieza a consolidarse como una empresa de alto riesgo para todos sus participantes. Toreros, novilleros y empresarios son testigos directos de una realidad que no levanta cabeza. En este sentido, la crisis económica actual agudiza más si cabe la inestabilidad de un sector que lucha por mantenerse a flote. Los motivos que secundan esta situación son variados: las plazas de toros no se llenan, porque no hay carteles con figuras de renombre que motiven lo suficiente a los aficionados; los matadores ya no reciben grandes honorarios ni disfrutan de temporadas repletas con numerosas corridas; y los empresarios no se la juegan invirtiendo en espectáculos cuya inversión alcanza cifras desorbitadas. En concreto, los precios oscilan desde 300.000 euros por montar una corrida con grandes figuras taurinas del panorama nacional hasta 70.000 euros, lo que cuesta poner en pie un festejo con diestros locales.

Según informan los toreros consultados, los jóvenes aprendices lo tienen muy complicado para formarse en Cáceres y optan por acudir a la Escuela Taurina de Badajoz, ya que tiene más potencial para lanzarlos y son más comprometidos. A esto se suma, dicen, la falta de interés empresarial por contar con profesionales de la tierra a la hora de configurar los carteles.

La cuestión económica se configura como otro de los factores que más daño está causando en el sector taurino. En ocasiones, los salarios ofertados son tan bajos que los toreros prefieren entrenar a puerta cerrada y no acudir a los eventos. Y esto se da cuando hay dinero de por medio, ya que a veces se paga, aseguran, con un simple 'abrazo'.

Por su parte, los empresarios echan en falta tener más facilidades para poder sacar adelante sus proyectos. Entre las posibles soluciones, aportadas por el colectivo, están las subvenciones o simplemente mayor reconocimiento y difusión de un negocio que, hoy en día, se tambalea.