Que la patrona cacereña siga luciendo durante el novenario, pero con un presupuesto más ajustado. Es la fórmula con la que la Real Cofradía de la Virgen de la Montaña trabaja en los últimos años para reducir el presupuesto que se destinaba a la ornamentación floral de la Virgen (que ayer lucía el manto numero 10, de raso verde, bordado al realce con hilo de plata, ramas de hojas y frutos y gran cenefa con áncoras y salvavidas, donado en 1902 por Petra Fernández Trejo) y se ha conseguido así reducir un 50% el presupuesto que se destina a esta tarea.

La clave es la selección de las especies que se usan en la decoración de centros y ánforas, y la eliminación de uno de los cambios totales de las flores que se hace a lo largo del novenario. Ahora se llevan a cabo dos durante estos nueve días (el primero a la llegada de la patrona a Santa María y otro a mitad del novenario) y en días alternos se van haciendo pequeños retoques añadiendo flores nuevas con alguna tonalidad que realce los mantos que se han programado.

Las selección de las flores se ha ajustado también a la nueva consigna de engalanar con menos coste. Así, se han descartado algunas especies que antes se utilizaban, como rosas, anturiums o el lilium de dama blanca, más costosas. La base floral que se está utilizando este novenario es una especie de margarita muy resistente que se denomina de euro y que luego se ha ido complementando con claveles fucsia, gerberas en rosa pastel y liliums rosas, en función de los mantos y también de las flores que van llegando de donaciones. "Intentamos utilizarlas todas", señala María Luisa González, propietaria de Bouquet, la floristería que desde hace casi 40 años es proveedora de la cofradía. Las que se retiran, se llevan a conventos como el de Santa Clara o las Jerónimas, para que las coloquen en sus capillas.

Desde que la patrona se instaló en Santa María la base floral de margaritas ha sido de color blanco. Hoy estrena otra de color amarillo, que ayer ya estaban en los almacenes de Bouquet. Anoche se llevó a cabo uno de los dos cambios florales completos.

"Para nosotros es un orgullo trabajar en la ornamentación de la patrona", afirma María Luisa González. En la tarea trabajan conjuntamente con las camareras de ornato. Es un trabajo en equipo en el que cada uno tiene su función. De hecho, cuando llevan las flores a la concatedral, están empaquetadas de forma que cada persona coge únicamente las flores que va a utilizar en los elementos que le corresponden. Se van arreglando las flores mientras las camareras llevan también a cabo el cambio del manto de la patrona. A pesar de que hay total coordinación, cada reposición de flores lleva más de hora y media de trabajo. Cuando se trata de cambios completos, la tarea se prolonga durante tres horas. Todo, para que la patrona luzca en su visita a la ciudad.