Lucía Barquilla tenía una tienda de ropa. Pensaba reabrirla en otra ubicación cuando se dio cuenta que su clientela entraba más por otra cosa que para comprar prendas. "Los armarios de mi antigua tienda los había restaurado yo y la gente me preguntaba mucho por ellos. Me dí cuenta y cuando abrí la que iba a ser la tienda de ropa en la plaza Marrón puse un cartel anunciando que también se restauraban muebles. Desde entonces no he parado. Todos los días entra algo de trabajo", confiesa. Barquilla no tiene competencia en Cáceres. "Hay gente que restaura en su casa pero no tiene un comercio en el centro", apunta. Ella pinta, lija, barniza, elimina los hongos y la carcoma, y también asesora en decoración. "La gente no sabe el valor que tienen las cosas y luego se quedan sorprendidos de como quedan restaurados".