Sabía que el tiempo no se paraba, así que nunca se detuvo en pequeñeces. Vivió con pasión e intensidad, rodeado de millones de relojes que cada día le recordaban la veloz huída del tiempo. Por eso Rosendo Nevado Holgado --hijo de Ramón y de María que se dedicaban a las tareas de la agricultura y la ganadería en Sierra de Fuentes-- valoró tanto la vida, porque fue consciente de que la vida es el único regalo que solo se nos da una vez.

Criado en una familia de siete hermanos, Rosendo nació en Sierra de Fuentes el 4 de agosto de 1931. Tras la contienda civil, en plena posguerra, los Nevado se vinieron a Cáceres con la intención de buscar trabajo. Fueron años muy difíciles en los que la familia se instaló en la calle Caleros. Ramón, el patriarca, seguía llevando negocios en el pueblo, iba y venía a los molinos, traía pienso a lomos de los burros, mientras su mujer, María, puso una churrería en las Casas Baratas.

Rosendo llegó a Cáceres con 9 años y a los 13 comenzó a trabajar como aprendiz, recadero y dependiente en la Joyería Corbacho de la calle Pintores. Dos años después ya se había hecho maestro relojero y se independizó. Cogió una mesa de la cocina y la habilitó como taller de trabajo en su casa de la calle Beato José Oriol. No tardó en trasladarse al 92 de Margallo y de ahí al número 8 de la calle Moret, donde Rosendo instaló su joyería. Luego pasó a Pintores, al tiempo que vendía relojes en una caja de zapatos por todos los pueblos de la provincia. Fue el maestro relojero más célebre de Cáceres, donde hace más de 30 años fundó Nevacam en la plaza de América, la joyería que sigue siendo un referente de las empresas cacereñas.

Casado con Pepita del Campo, a la que conoció en el baile de una boda en el Café Viena, la pareja tuvo siete hijos: Rosa, José Félix, Marisa, María José, Raquel, Magdalena y Elena, alcaldesa de la ciudad. Y 11 nietos: Jose, Borja, Beatriz, Félix, Rocío, María José, Eduardo, María Elena, Pablo, María y Raquel. Ayer, todos ellos y cientos de personas de la política, la cultura, la sociedad y la abogacía cacereñas despidieron en un templo de San Juan que se quedó pequeño al conocido joyero.

El sacerdote Francisco Delgado lo recordó en la homilía de su misa funeral como un "amante y un enamorado de la vida, defensor del trabajo y de la familia (sus dos grandes valores), comprometido, que ayudó a los demás, que luchó contra la enfermedad que le minó por dentro". Conocido el fallecimiento, las condolencias se sucedieron así como los mensajes de cariño en las redes sociales. El más conmovedor fue, sin duda, el de Jose Nevado Cienfuegos, el mayor de los nietos de Rosendo: "Por siempre vivirás en mi corazón. Te quiero yeyo. Has sido, eres y serás mi mayor ejemplo" .