Los técnicos municipales ordenan el apuntalamiento de dos viviendas ubicadas en la planta tercera del edificio número 19 de la avenidad Virgen de la Montaña, donde la madrugada del lunes se registró una explosión de gas propano que acabó con la vida del odontólogo Germán Rodríguez. Se trata de las letras H e I, que se encuentran justo debajo de la casa en la que se originó la explosión, el 4º H, donde residía la persona que ha fallecido.

El bloque continúa precintado y las 32 familias siguen sin poder acceder a sus viviendas. Mientras, los técnicos municipales y el arquitecto que ha contratado la comunidad de propietarios evalúan si la deflagración ha provocado daños estructurales. Por el momento, y por seguridad, se han precintado seis viviendas (las letras I y H de la tercera, la cuarta y la quinta planta), además de dos salas de los Multicines Cáceres y una escalera de los mismos. También ha sido necesario apuntalar estas dos salas y la escalera así como el despacho de abogados Hermoso y Asociados, al que se accede por la calle Periodista Sánchez Asensio, 3 (el bloque tiene entrada por ambas vías).

Por otro lado ayer estaba previsto que se derribara un muro ubicado en la parte superior del edificio, que corre el riesgo de derrumbarse sobre un patio interior del inmueble. Sin embargo esta actuación no se llevó a cabo finalmente debido a que el derribo del mismo puede afectar a la estructura del despacho de abogados apuntalado. Se decidió aplazar esta actuación también por seguridad de las personas que trabajan dentro; la policía científica se encontraba ayer en el interior del bloque para recabar pruebas que ayuden a esclarecer las causas de la explosión.

Esta mañana los técnicos municipales mantendrán una reunión con el administrador y el presidente de la comunidad, donde se evaluará la situación del edificio y se tomará una decisión en cuanto a si se levanta o no la restricción de acceder al inmueble. Cabe destacar que, en estos momentos, el mismo carece de luz en las zonas comunes (sí tienen los pisos) y de agua y gas en las viviendas, ya que se cortó la general por seguridad el día en que ocurrió la explosión.

La Policía Local mantiene también la custodia del bloque las veinticuatro horas del día y acompaña a los vecinos que necesiten coger ropa u otros enseres personales. Es frecuente ver a cualquier hora a varios de los afectados aglutinados en la puerta de acceso al inmueble, la mayoría cansados y con cara de preocupación. Llevan ya tres noches durmiendo fuera de casa; 15 de ellos se refugian en el hostal Neptuno, habitaciones que les ha proporcionado el ayuntamiento. Otros, como Ana Arias, se han marchado a casas de familiares. Ella pasa estos días con su madre, en Valdefuentes, desde donde se tiene que desplazar a diario para venir a Cáceres a trabajar.

«una bola de fuego» / Vive en el quinto, su dormitorio está justo encima del de la persona fallecida. «Esa noche estaba acostada leyendo y vi un fogonazo por la ventana, como una bola de fuego. A los dos segundos se escuchó la explosión. Llamé a mi marido, que estaba dormido, y fuimos a avisar a los vecinos tocándoles el timbre, bajamos a la calle casi de los primeros», recuerda Ana. Su casa no ha sufrido daños de importancia, aunque el baño, dos dormitorios y la cocina están completamente negros por el humo que entró en su vivienda.

Sí ha sufrido daños el despacho de abogados de Andrés Fernández Pulido, uno de los que se encuentran precintados. Debido a la explosión se han descolgado las ventanas, se han levantado los suelos y se ha hinchado la puerta. Por fortuna, según indica Guadalupe Espada, que trabaja en el bufete, los archivos de los casos que gestionan no se han visto afectados. «Es un desastre. Estamos trabajando como podemos en casa porque a los clientes hay que atenderlos, está siendo muy difícil», señala. La explosión fue de gran virulencia y la onda expansiva se sintió a más de 200 metros de distancia.

Por otro lado la investigación para conocer qué causó la explosión sigue abierta, los especialistas en indendios están todavía analizando el lugar de los hechos. La policía investiga si fue fortuita o intencionada por alguien externo o por el propio fallecido, que quiso acabar con su vida. Esta última hipótesis es la que más se fuerza toma.