Quince años de prisión para el párroco de Arroyomolinos de Montánchez por un delito continuado de exhibicionismo y otro de abuso de menores. Es la condena que ha impuesto el Juzgado de lo Penal 2 de Cáceres a Juan Carlos Montañés Trillo, como se llama el cura, tras probar los hechos por los que le acusaba el Ministerio Público y que se cometieron en la ciudad de Cáceres. El sacerdote conoció al menor, de quince años, en septiembre del año 2015. Durante ese mes y el siguiente, refiere la sentencia, le invitó a «alguna consumición» y a «alguna cena» en distintos locales de la capital cacereña. Le compró también alguna prenda de ropa de marca y juegos de la Play Station.

Le invitó asimismo a su domicilio de Cáceres en varias ocasiones. En una de ellas el cura proyectó en un portátil que estaba situado en el salón un vídeo de contenido pornográfico, para que ambos lo visionaran. Después Juan Carlos Montañés invitó al menor a que se quedase a dormir en su casa, pero éste no accedió.

Según relata el fallo la siguiente vez que el niño volvió a la vivienda del sacerdote puso de nuevo los vídeos de carácter pornográfico, pero esta vez el párroco comenzó a realizarse a sí mismo tocamientos en presencia del menor. Llegó incluso a retar a la víctima a realizarse también tocamientos: «Apuesto 50 euros a ver quién se corre antes», le dijo textualmente Juan Carlos al menor y recoge la sentencia. El chico comenzó a tocarse con el ánimo de conseguir el dinero, pero fue incapaz de continuar y se marchó.

Regresó al día siguiente y, al volver a estar puesto el vídeo pornográfico, decidió grabar las imágenes con su teléfono móvil en las que se veía también al sacerdote sentado en el salón en calzoncillos, viendo el vídeo. A causa de los hechos, refiere la sentencia, el menor sufrió una elevada sintomatología ansioso depresiva e hiperactivación, para lo que se aconseja recibir terapia psicológica.

La investigación comenzó a raíz de una denuncia que interpuso el propio párroco en la comisaría provincial de la Policía Nacional, donde manifestó que estaba siendo víctima de extorsión por parte de un ciudadano de nacionalidad rumana. Señaló que, por razones de su actividad pastoral, había contactado con varios chicos de esta nacionalidad, entre ellos un menor al que había invitado en alguna ocasión a su domicilio. Una de esas veces, manifestó el párroco a la Policía Nacional y recoge la sentencia, el menor le había grabado con el móvil en cuyas imágenes aparecía él «en paños menores» y de fondo un vídeo pornográfico que estaba siendo reproducido en un ordenador de su propiedad.

La grabación, siguió contando el párroco a la policía, había sido entregada por el menor a un hermano suyo que fue el que comenzó a extorsionarle, pidiéndole dinero bajo la amenaza de difundirlo o de mostrárselo a la policía. Señaló a los agentes que llegó a entregarle 1.300 euros, pero no cesó ahí. Después sufrió una segunda extorsión por parte de otra persona, pero esta vez se negó a darle dinero. Ante esto este último, según la versión del cura, llegó a robarle en su casa 450 euros y un Iphone 6 y le rompió los huesos de la nariz.

SOSPECHAS / Después la policía llamó a declarar como testigo al hermano del menor, quien refirió que llevaba tiempo observando que su hermano pequeño llegaba a casa con ropa nueva y videojuegos «sin que se pudiera explicar cómo los había podido obtener, pues los medios con los que cuenta la familia son muy austeros». Finalmente el niño le confesó que los efectos eran regalos de un sacerdote. Le contó, dijo ante la policía, que le había invitado a él y a otros menores a su casa donde les había ofrecido hachís. Así él le había pedido a su hermano pequeño que le grabara en vídeo «con el objetivo de reprender al sacerdote» y tener pruebas de lo que hacía.

Por su parte el párroco, durante el juicio, reconoció que había invitado a este menor en alguna ocasión a su casa y que consumía alcohol y porros, pero nunca en presencia de los chicos. Aseguró que le llevó a su casa para charlar con él porque le veía desamparado y le quería ayudar. Negó que le pusiera un vídeo porno y que se quedara en calzoncillos delante de él.

El juez sostiene que en el caso no existen más pruebas que las versiones de los dos implicados (la del cura y la del menor) porque no hay testigos. Sin embargo considera más creíble la de la víctima porque ha mantenido la misma versión de los hechos en su declaración policial y ante el juzgado. Además, del informe psicológico realizado al menor, se extrae que sus declaraciones tienen «una consistencia externa e interna» y existe una congruencia emocional con respecto de los hechos relatados.

El sacerdote deberá cumplir además cuatro años de libertad vigilada e indemnizar a su víctima con 3.000 euros. Contra esta sentencia cabe recurso de apelación a la Audiencia. La Fiscalía Provincial pedía para él tres años de prisión.