La obra, representada el pasado viernes en la plaza de San Jorge, pretende acercar al público la figura de Cervantes, tanto a través de su vida, como de su obra, de una forma asequible al espectador actual, que le ha leído poco y sabe poco de su vida.

Juega un papel importante la escenografía, que se presenta como una preciosa celosía, que se ilumina y sumerge al espectador en el ambiente del siglo XVI. El vestuario es rico, perfectamente adaptado y acoplado al tiempo de los hechos.

El director, José Fernando Delgado, ha indicado que es un espectáculo atrevido, en el sentido de la dramaturgia y de la puesta en escena, pues ofrece una mezcla de lo trágico con lo cómico, y de lo lúdico con la romántico.

La obra, sin ninguna duda, tiene un comienzo original, ya que van saliendo a escena los actores y actrices de uno en uno, de manera informal, a fin de contactar con el público de forma desenfadada y lúdica, provocando la reacción de los espectadores, que van interactuando espontáneamente.

Poco a poco los personajes nos van sumergiendo, mostrándonos retazos de la obra del Quijote de forma magistral. La aparición del autor, Miguel de Cervantes, nos presenta episodios de su vida azarosa, penosa y difícil, así como sus escarceos amorosos y románticos. Todo ello nos va narrando y pintando un cuadro bastante completo y rico de la existencia del genio de las letras hispanas.

Podemos concluir que Cervantes es una figura rica e inagotable de nuestra literatura, un pozo sin fondo, un verdadero genio creativo e inabarcable.

La obra es un espectáculo que sorprende al público con un gran despliegue de sensaciones, emociones y situaciones, que le hacen disfrutar con imágenes, sonidos y canciones de enorme belleza. La parte musical está muy conseguida.

En resumen, una representación para aprender, disfrutar, reír y a veces llorar.

Y por supuesto, admirar y... ¡APLAUDIR!