Se mire por donde se mire, este caso es un auténtico maltrato a la historia. Historiadores y amantes del patrimonio llevan años alzando la voz para que se proteja la ermita del San Jorge, situada en el municipio cacereño, a 12 kilómetros de la ciudad. Se trata de un original recinto religioso del siglo XIV-XV, concebido como un deambulatorio en torno a un estanque, rodeado de un rico repertorio de frescos del siglo XVI alusivos a pasajes bíblicos. Posiblemente sean una de las mejores obras de Juan de Ribera.

La propiedad privada de los terrenos no ayuda, pero los daños pueden llegar a ser irreparables. La entrada del agua, posiblemente controlada antaño, ha llegado a rozar el nivel del coro y está destruyendo los frescos de forma acelerada. Por su extraña arquitectura y por el valor de sus pinturas debería ser un recinto mimado, y nada más lejos. De momento no hay soluciones a la vista.