Fernando Alonso hubiera tenido problemas ayer para abrirse paso por las calles de acceso a la concatedral de Santa María. Dentro del templo, el asunto estaba aún más complicado. El reguero de carritos de bebé hacia el altar mayor era incesante.

Y si difícil era circular, casi más lo era aparcar, porque los padres debían dejar en la nave izquierda de la iglesia los vehículos para llevar en brazos a sus hijos ante la Virgen de la Montaña. Un parapeto de abuelas con móviles impedía ver la escena de cómo el obispo de la diócesis de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, y el mayordomo de la cofradía, Joaquín Floriano, presentaban a los niños nacidos en el año a la patrona.

Un fotógrafo de la cofradía, Pedro Candela, inmortalizaba el momento por 7 euros la instantánea, 10 si eran dos copias, «hay gente que se enfada y todo porque no les he hecho la foto», comentaba. Y es que era díficil dar abasto entre tanto trajín. 167 padres pidieron dicha foto, aunque los niños a los que llevaron sus padres a ver a la virgen serán aún más.

«Yo le traigo porque tiene un pequeño problema en los pies y como tengo tanta devoción a la Virgen de la Montaña...», explicaba Jara, con su bebé en brazos. Marco, de once meses, era el doble que Alba, que aún no ha cumplido el mes. Mientras los mayores observaban con curiosidad las luces, algunos de los más pequeños rompían en llanto, en un templo lleno de gente y de flores.