Esta vez a Cáceres ha venido en coche. Pero lo cierto es que lo que le inspiró a escribir sobre la ciudad fue un viaje en tren. A Rosa Montero le encantan los trenes, o eso dice. Ojeaba el periódico cuando reparó en una noticia sobre la multitudinaria manifestación que protagonizó la ciudad para reclamar un tren digno en Extremadura. Precisamente ese fue el hilo del que tiró para darle forma a ‘Una ballena varada en la playa’, un artículo que escribió para El País Semanal y que ble ha valido el premio de periodismo de la fundación Mercedes Calles Carlos Ballestero.

En el texto, la periodista y escritora alaba las virtudes de la capital cacereña y critica duramente la falta de infraestructuras como el ferrocarril. «Me chocó que una ciudad monumental tuviera que hacer una manifestación propia del siglo XIX en pleno siglo XXI». Ayer volvió a hacerlo al recoger el galardón en la casa de los Becerra. «Es inadmisible que se ningunee y se abandone a una ciudad con esta historia», defiende la periodista, que aprovecha para recordar su primera visita a la ciudad. «Visité Cáceres cuando tenía veinte años, cuando llegué casi me desmayo, tiene una belleza sobrecogedora», enuncia. A la altura del Síndrome de Stendhal la eleva. Montero incide en «la desidia», en los modelos de desarrollo y en la España a dos velocidades. «Estamos acostumbrados a que la riqueza cultural sea objeto de maltrato y abandono», lamenta. Con respecto al malentendido que generó el artículo cuando salió publicado, Montero argumenta que «es conmovedor que la alcaldesa le tenga ese cariño a la ciudad» pero insiste en que «a veces ese orgullo ciego nos impide ver las carencias».

Aprovecha también para pronunciarse sobre el futuro del periodismo. No tiene reparos en criticar el «sensacionalismo» de las redacciones, la falta de personal y los «nuevos periodistas orquesta», que trabajan «con sueldos de esclavos». Asegura que aún no se ha encontrado el medio «de supervivencia» aunque atisba una luz en «lo digital» y en la apuesta por los «contenidos de pago». En cualquier caso se muestra «optimista» y «agradecida» por el reconocimiento. «Ayuda a seguir», sostiene. Ella seguirá escribiendo y yendo en tren y con un poco de suerte en años regresará en el «digno» --por fin-- de Cáceres.