Ya no puede más. La obra de Alzapiernas ha llevado al límite a Juan Manuel Fragoso, que regenta Esencia de Extremadura, un establecimiento hostelero que se encuentra situado en la esquina con Parras y Obispo Galarza. Es el negocio que más sufre por la rehabilitación, ya que se encuentra aislado. Sus problemas pararon cuando se abrió provisionalmente la calle en Semana Santa para permitir el paso de turistas (ha estado abierta hasta el pasado 3 de junio), en cambio no ha logrado reponerse. «Estos meses he trabajado para poder pagar parte de las deudas que he acumulado desde que comenzó la obra en diciembre. La obra me está arruinando la vida», dice desesperado en una conversación con este diario.

Desde que se reanudaran los trabajos han regresado los problemas. Y ayer fue la gota que colmó el vaso: Cuando llegó al local se encontró con una máquina que estaba picando el suelo justo en su puerta. En todo el día solo entraron en el bar dos clientes y les invitó al desayuno: «Les he invitado porque hay que tener narices para entrar aquí, da vergüenza cómo está todo», se queja.

Su establecimiento se quedará a partir de hoy aislado. Los operarios deben retirar la pasarela provisional que se instaló para permitir el acceso de viandantes desde Semana Santa hasta después de la feria de San Fernando, lo que supondrá suprimir el acceso a su negocio. Ayer los técnicos municipales le ofrecieron instalar unas tablas de madera, aunque le advirtieron de que la entrada será complicada. Ante esta situación ha decidido cerrar: «Me veo obligado a cerrar un mes porque es lo más viable. ¿Quién va a querer entrar aquí? Si no entran ahora, en las condiciones en las que iba a estar, mucho menos», afirma Fragoso.

LE AHOGAN LAS DEUDAS / Desde que comenzara la obra solo acumula deudas. Del local viven su mujer y él. «Mi familia come de esto. Estoy temblando que llegue final de mes porque no tengo para pagar el alquiler de mi casa ni el alquiler del local. Yo lo que quiero es facturar y poder pagar. Me han arruinado la vida», dice nervioso y entre lágrimas. Tanto es así que hasta ayer, 10 de junio, no logró reunir el dinero suficiente para afrontar el pago de su vivienda. Debía haberlo abonado a principio de mes. Está desesperado.

El ayuntamiento ya le ofreció su ayuda en el mes de marzo, aunque hasta el momento no se ha materializado. Ayer volvió a tenderle la mano a través de los técnicos municipales que visitaron su negocio a mediodía. Él había intentado en varias ocasiones reunirse con algún responsable de obras en el consistorio pero nunca le recibió nadie.

El ayuntamiento está dispuesto a resarcir el daño que le está ocasionando esta situación aunque lo hará, según le han trasladado, una vez que la obra termine. Fragoso insiste en que solo les va a reclamar lo básico, lo que suponen unos 2.600 euros al mes (unos 2.000 euros por la cuota de autónomos que pagan tanto él como su mujer más el salario mínimo, 408 euros por el alquiler del bar, la luz -las cámaras frigoríficas deben seguir funcionando aunque el local esté cerrado- y el mínimo de agua).

«Tengo un agobio encima que me quiero morir. Ahora, con el bar cerrado, tengo que pedir ayuda a familiares y amigos porque no tenemos de qué vivir. Yo solo quiero poder pagar mi bar, mi casa y mis cosas», insiste Fragoso.

Según las previsiones, las obras para instalar una escalera mecánica en Alzapiernas terminarán después del verano. El ayuntamiento afirma que las ha retomado ahora para que los trabajos se realicen durante el verano, periodo en el que menos turistas hay.