Un abrazo de despedida. Así se despide uno de la familia. Y para el personal sanitario el hospital provincial de Cáceres ha sido una familia así que ayer emulando el gesto, los empleados del centro dieron su adiós de forma literal al inmueble, su segunda casa durante años, y lo rodearon con una cadena humana de forma simbólica.

La jornada auguraba emoción.Ya desde primera hora de la tarde la puerta principal del hospital --el acto estaba convocado a las 18.00 horas--, recibió el goteo de empleados que se congregaron para el homenaje. La previa a la reunión sirvió de reencuentro para los compañeros, algunos tan veteranos como Teo Olivera, que entró a trabajar en el año 84 como auxiliar de enfermería. No pudo articular dos palabras sin que alguien la interrumpiera para saludarla con dos besos al grito de su nombre. «Para mí estos años han sido estupendos», sostiene mientras recuerda sus inicios. «Yo antes trabajaba para diputación y pedí venirme aquí porque yo quería tratar con pacientes, era mi verdadera vocación», concluye. Asegura que el encuentro de ayer le produjo sentimientos encontrados. «Alegría porque ves a compañeros y tristeza porque es una pena que se cierre el edificio». La misma sensación de nostalgia vivió ayer Aurelio Román, otra de las caras más conocidas del hospital. El malpartideño fue celador durante 38 años. Ahora lleva un año jubilado y se dedica a la fotografía y a la pesca, sus dos pasiones, pero no olvida sus años y «sus recuerdos» en la entrada del Virgen de la Montaña. «Esta ha sido mi casa», concluye. Con menos años pero con la misma intensidad vivieron ayer la despedida Maribel Corrales, también celadora durante 13 años, y Nieves Sánchez, técnico de auxiliar de enfermería 7 años. Si hay algo en lo que coinciden todos es en el trato de igualdad y de concordia. «Aquí no ha habido distinciones ni jerarquías, este hospital ha sido una familia», anota esta última.

Tanto es así que más de un centenar de asistentes quiso responder ayer a la convocatoria. La primera parte del acto tuvo lugar en el salón de actos del hospital. Francisco Calvo, gerente del área de Salud de Cáceres en la anterior legislatura, y Marisol Borreguero, radióloga, fueron los encargados de dirigir la ceremonia ante un aforo completamente desbordado que aguardaba de pie o en la entrada del edificio. En la presentación del acto, estuvieron presentes autoridades como el consejero de Sanidad, José María Vergeles, el subdelegado del Gobierno en Cáceres, José Antonio García Muñoz, el presidente en funciones de la Diputación de Cáceres, Carlos Carlos, y representantes de la corporación municipal, los concejales José Ramón Bello y Jorge Villar. En su intervención, Calvo destacó el «cariño» hacia el hospital «que lo vio nacer como médico». A continuación, los asistentes desalojaron las instalaciones y pasadas las 18.30 horas se dispusieron a rodear el centro para despedir al hospital que «con los años se ha convertido en un símbolo para los cacereños».

Un futuro en el aire

De momento, siguen las incógnitas sobre su futuro uso tras el traspaso de competencias al recién inaugurado hospital universitario del Cuartillo. Precisamente esta pasada semana la Junta avanzó que estudia opciones para trasladar el punto de atención continuada (PAC) que hasta ahora se encuentra en las instalaciones del Virgen de la Montaña y cuya ubicación también sigue en el aire. Cabe recordar que el edificio pertenece a Diputación de Cáceres. Fue inaugurado en 1890 y fue la obra de mayor envergadura en Cáceres durante esa época. En su momento se encontraba a las afueras de la ciudad y se ubica en el corazón del casco urbano. Durante años se convirtió en el centro sanitario más moderno y mejor dotado de la provincia hasta que se abrió el hospital San Pedro de Alcántara en 1956.

El PP propuso centralizar los servicios de diputación, una idea que desechó la propia presidenta de la institución provincial. El PSOE, por su parte, no concretóninguna propuesta y dejó la decisión en manos de una comisión con la condición de que el uso estuviera dedicado a «generar empleo». Más tarde, Rosario Cordero avanzó que se destinaría a alguna iniciativa dirigida a jóvenes para «dar vida a la ciudad» y contribuir a recuperar el «ambiente universitario», pero desde entonces poco se ha avanzado. También han llegado a interesarse por el céntrico inmueble los mismos promotores que convertirán en un hotel de lujo en el palacio de Godoy en Santiago. Así, mientras su futuro sigue en el aire, al menos su pasado puede recordar un abrazo para la memoria.