A todos los obispos que he conocido les he oído comparar el Seminario como el «corazón de la diócesis». Yo también pienso que es así puesto que lo considero como la casa que está un poco, o un mucho, en el corazón de todos los sacerdotes de aquí. Hoy en día nos toca lograr que esa casa, el seminario, siga siendo la casa de todos, y se conseguirá si la relación y la acogida se cuidan con esmero.

Dado que esta semana el día del Seminario Diocesano, permitidme, por la implicación que tengo con él, que os cuente algo de su situación actual

No descubro nada si os digo que la realidad del seminario del 2020 no tiene nada que ver con lo que era a comienzos del nuevo siglo. Han bastado veinte años para dar la vuelta a lo que es actualmente la problemática vocacional en casi todos los sitios, y en nuestra diócesis de Coria- Cáceres también.

Observen estos datos: Centrándonos solamente en el Seminario Mayor, desde el curso preparatorio (propedeútico), hasta sexto de estudios eclesiásticos, viven ocho seminaristas de procedencias tan diferentes como Madrid, Cáceres, Nicaragua, Kenia, dos de Venezuela y dos de Guinea Ecuatorial. Si a estos sumamos a Joaquín (Nicaragua) diácono en Valencia de Alcántara, y a tres (Venezuela, Tanzania y Estados Unidos) que pertenecen a los Esclavos de María y de los Pobres de Alcuéscar, contamos en total que la diócesis tiene doce seminaristas mayores.

El número no se puede decir que es malo, ni mucho menos. Pero, veamos la realidad de los números en el año 2000. En aquel comienzo de siglo, en los seis años de estudios eclesiásticos, vivían en el Seminario, once seminaristas que eran de Alcántara, Villamiel, Fuente del Maestre, dos de Coria, Ceclavín, Torrejoncillo, Casar de Cáceres, Valverde del Fresno, Casar de Palomero y Cáceres. Si sumamos uno en el año de pastoral, procedente de San Martín de Trevejo; más cuatro de los Esclavos de María y de los Pobres de Alcuescar, obtenemos una suma total dieciséis seminaristas.

Me gustaría que os hicierais algunas preguntas: en los datos que os he presentado ¿Qué diferencias os parecen más significativas?

Siempre se ha pedido a Dios por las vocaciones sacerdotales, os aseguro que ahora también y, además, se trabaja mucho por la promoción de las mismas, pero nos encontramos en esta situación. ¿Qué pensáis de ello?

P.D. Recuerdo para Joaquín Luis Ortega, fallecido esta semana, sacerdote renovador con la apertura eclesial de Vaticano II, y periodista de vanguardia en los años audaces de la transición democrática, al que el nuncio le dijo «vales para obispo, pero como llevas corbata no te puedo nombra».