Este tiempo de pandemia y recogimiento está sirviendo, entre otras cosas, para que muchos ciudadanos conozcan las posibilidades que para el ocio y la vida saludable ofrece el medio natural que nos rodea. En el caso de Cáceres podemos decir que somos una potencia al respecto, poseemos el término municipal más extenso de España, superando los 1.750 Km², donde encontramos una biodiversidad que puesta al servicio del esparcimiento nos sirve para que, estos días de aislamiento perimetral de nuestro municipio, podamos disfrutar de aquello que generosamente nos brinda este vasto territorio; vías pecuarias, charcas , riscos y arroyos nos invitan a realizar todo tipo de rutas, tanto históricas como ecológicas, para descubrir los horizontes más cercanos. Ahí vamos a encontrar el pasado y el presente. Caminos de herradura tantas veces transitados por cacereños de otros tiempos, cuando la economía rural jugaba un importante papel, hoy son frecuentados por andariegos y bicicletas que necesitan de las viejas veredas para oxigenarse y disfrutar de su luz y de sus múltiples matices sensoriales y materiales. Antiguas explotaciones ganaderas, puentes realizados con finas lascas de cuarcita, torres y casas fuertes, ermitas camineras o poblados abandonados por los destinos del pasado, actúan como recursos para empaparnos de salud y conocimiento.

El término municipal de Cáceres tiene su origen en la Edad Media. El Fuero de la ciudad, desde el siglo XIII, le concede un alfoz de más de 200.000 Has. para fomentar su colonización. Un amplio territorio que se amojona en unos límites que abarcaban desde el Tajo por el Norte hasta la Sierra de San Pedro por el Sur, conocido con el nombre genérico de Tierras de Cáceres, espacio que se convertirá en lugar para el desarrollo de grandes propiedades y pequeñas aldeas, que terminarán por configurar el paisaje genuino del llano cacereño. Un término municipal que será revisado y también recortado en diferentes etapas de la historia.

Controlar el territorio tenía mucho que ver con mantener intactos sus límites, por ello cada cierto tiempo se procedía a inspeccionar los mojones que marcaban el territorio concejil. En 1721 se envían cartas a todos aquellos municipios y encomiendas cuyos términos sean linderos con el alfoz cacereño; Badajoz, Mérida, Montánchez, Torremocha, Botija, Alcántara, Brozas, Arroyo del Puerco y Garrovillas. También a la orden de caballería de San Benito y a la encomienda de Zagala, para que sus representantes sean testigos de la revisión de los mojones que afectan a sus linderos concejiles. Otras veces son los Guardas de Montes los que informan de cambios ilegales en las demarcaciones territoriales, como ocurre en 1803 cuando se denuncia que se han cambiado de lugar dos de los mojones que señalaban la división con el término municipal de Mérida a la altura de la Sierra de San Pedro, en el paraje conocido como Malos Recados, por lo que se habían usurpado 40 Has. del alfoz cacereño. Ya en el siglo XIX se acabaran por independizar de Cáceres las diferentes aldeas de su término municipal como el Casar, Sierra de Fuentes, Malpartida o Torreorgaz. Aún así, Cáceres ha seguido disfrutando de un territorio que en estos tiempos de pandemia se nos antoja un lugar seguro y sano para descubrir el pasado.