La tradición cofrade es seña de identidad de la capital cacereña. Queda más que demostrada en el distintivo que ostenta la Semana Santa de la ciudad declarada de Interés Turístico Internacional desde hace años o en el fervor popular que despierta la patrona cacereña cada vez que se traslada del santuario a la ciudad durante unos días al año. En pleno siglo XXI Cáceres da buen apunte de su arraigo con las hermandades como un compromiso que ha mantenido durante siglos. Así lo demuestra Jorge Rodríguez Velasco en su trabajo ‘Las cofradías de la villa de Cáceres en el Catastro de Ensenada’, un estudio que aborda la realidad de las hermandades en 1700 y en el que según deja constancia, la ciudad vivió una gran época de esplendor. Con hasta 37 cofradías contaba la villa cacereña, de las que seis han sobrevivido a los siglos. Son la de Jesús Nazareno, la de Nuestra Señora de la Soledad y la Vera Cruz, y la de Nuestra Señora de la Montaña. Particular es la situación de la cofradía del Cristo Negro y la del Espíritu Santo, que se decayeron a partir del siglo XIX y fueron refundadas en los siglos posteriores.

Del mismo modo, hace referencia la investigación a las celebraciones que siguen recibiendo culto o celebrándose fiestas pero sin instituciones, como es el caso de los Santos Mártires, de San Blas, de Nuestra Señora de la Consolación, Las Candelas.

Precisa además en su estudio, que fue galardonado con el Premio ‘Xavier de Salas para jóvenes investigadores’ en los XLVII Coloquios Históricos de Extremadura y que presentó este lunes en el Palacio de la Isla, que el papel de las cofradías ha cambiado con el tiempo, ya que en la actualidad hacen referencia al modelo «más extendido entre los fieles de confesión católica» y en el siglo XVIII eran el modelo asociativo más generalizado con hasta 25.000 en toda la geografía española.

Para llevar a cabo este estudio ha trabajado con material del archivo municipal. Los interesados en consultarlo pueden hacerlo en la web www.clioencaceres.wordpress.com.