Antonio Lázaro es propietario de la droguería Toto en Antonio Hurtado. Entre el trasiego de clientes atiende a este diario: «Hemos tenido mucha incertidumbre, pero el no haber cerrado nos ha ayudado económicamente, las ventas actuales son superiores a las de 2019», apunta el propietario de este negocio que lleva abierto al público desde hace 36 años y es una de las empresas que no ha bajado la persiana durante el confinamiento.

Lázaro ha aumentado sus ventas en los últimos años y ha decidido reinventar el negocio para poder subsistir. «Los productos a granel, el evitar los plásticos y la venta de productos tradicionales han hecho que la empresa evolucione positivamente», comenta.

Los productos a granel son una forma de comercialización que consiste en vender un producto sin empaquetar ni envasar. «El objetivo está en proporcionar un buen servicio al cliente, dedicar muchas horas de trabajo y ofrecer unos precios asequibles» , concluye el empresario. Él es un ejemplo de cómo han soportado las pymes cacereñas el envite del coronavirus.

En esta radiografía hay casos de todo tipo. Así, las pequeñas tiendas de moda han sufrido unos efectos negativos que poco a poco ven la luz al final del túnel. Confecciones La Torre, tienda de moda situada en la calle Sánchez Manzano, es una firma de ropa clásica. «Es un tipo de producto que no se encuentra en cualquier sitio y eso nos da una ventaja», precisa Cecilia Borrego, propietaria de la tienda. Cecilia, con 42 años, está al mando de la tienda desde 2008 y apunta que «el covid ha repercutido mal económicamente ya que comprarse una camisa, una blusa no es algo esencial».

Cecilia Borrego, de Confecciones La Torre Silvia Sánchez Fernández

Las ventas han estado paralizadas varios meses debido al cierre en los meses de confinamiento. «Ahora con el movimiento de personas se están empezando a incrementar», añade Borrego. Confecciones La Torre es uno de los locales al que no le ha hecho falta reinventarse para subsistir puesto que ofrece productos muy específicos y para un público concreto.

El estar a la última en tendencias de bellezas, estilismo y peluquería evoluciona poco a poco tras meses paralizados. «La gente está respondiendo bien pero todavía no se fían de entrar en espacios cerrados», explica Cristina Paniagua, que a sus 34 años es la propietaria de Edrian Estilistas, situada en la avenida de Portugal, desde 2013. Para ellos lo primero es el cliente (permanecen gracias a ellos), dedicar muchas horas al trabajo y el buen trato. «Ahora es cuando están incrementando las ventas, ni en navidades habíamos tenido tantas como ahora», relata.

Cristina Paniagua, de Edrian Estilistas Silvia Sánchez Fernández

 La crisis sanitaria repercutió negativamente puesto que fue una de las empresas que no pudo abrir durante el confinamiento. «Al principio se abría con una capacidad del 30% y notamos un gran aumento de ventas en los meses de mayo y junio de 2020», apunta.

Las medidas adoptadas para evitar las aglomeraciones hacen que no puedan vender lo mismo. «El aforo está entre el 80-85% y con cita previa para evitar la aglomeración», explica Paniagua. Tras una mejoría en los últimos meses, afirma que más del 50% del personal que iba a su empresa ha descendido.

¿Y qué visión tienen los libreros? El cambio tecnológico convive con las costumbres tradicionales. «El covid nos ha ayudado a vender, la gente valora más, aumentaron las ventas en la lectura física», manifiesta Alfonso Agúndez. Con 63 años es el propietario de la librería Agúndez , situada en la avenida Antonio Hurtado.

Alfonso Agúndez. de librería Agúndez Silvia Sánchez Fernández

La librería está abierta al público desde hace 37 años y su dueño lucha por la empresa «trabajando muchas horas y tratando bien al cliente». La ventaja que tienen como empresa es la venta física de algo que puedes leer en una pantalla. La empresa no pudo abrir durante los meses de confinamiento pero notaron una gran mejoría en ventas al volver a la nueva normalidad. «La gente ha empezado a venir a la librería más que el año anterior, ayudan al pequeño comercio», concluye entre el alivio y la esperanza.