Luis Tobajas Belvís se decidió a estudiar Medicina en Badajoz y a hacer luego el MIR en el San Pedro de Alcántara por vocación; seguramente también por lo que vio en casa: su madre, Matilde, técnica en Cuidados Auxiliares de Enfermería en la UCI de Cáceres. Su padre, Luis, médico de familia en el Centro de Salud Manuel Encinas. Fueron ejemplo de entrega y constancia durante el confinamiento.

Luis trabaja como médico en el centro de salud de Salorino, desde el que también atiende a Membrío. El lunes mientras hacía la guardia junto a la enfermera Eva Porras recibió un aviso por teléfono de una familia de Herreruela que presentaba un cuadro de fiebre y tos. Ante la posibilidad de que se tratara del coronavirus fueron citados para que acudieran en coche y, sin salir del automóvil, se les practicaran las pruebas pertinentes.

La familia, de seis miembros, se desplazó en dos coches por separado: abuelos, padres e hijos. Cinco de ellos dieron positivo. Llegado el momento en el que la prueba debía serle realizada al padre, éste dijo «que no se la iba a hacer y que yo no le iba a obligar». Tobajas explica que intentó hacer razonar al paciente. «Debe hacérsela, le sugerí. Efectivamente no le puedo obligar pero tengo que informar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de su decisión».

«Le comenté que tenía que informar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado»

Entonces, añade Tobajas, el hombre «se puso agresivo y comenzó a increparme. Me dijo que todos los médicos éramos unos genocidas y que teníamos la culpa total y absoluta de la pandemia, que el covid era un invento para aniquilar a la superpoblación existente; y que me atuviera a las consecuencias». En ese momento «uno de los hijos empezó a llorar, pidiéndole a su padre que se calmara. Yo hice todo lo que estuvo en mi mano para tranquilizar», precisa el médico.

Confinados

Al parecer, según indica Tobajas, los miembros de la familia venían de otra comunidad y estaban en Herreruela de vacaciones. «Todos vivían en la misma casa y, por tanto, no debían salir de la misma. Lo correcto era que permanecieran confinados. Esta persona era un negacionista y me llamó genocida; comentó que no se iba a confinar, que las vacunas ni los test tenían razón de ser».

Finalmente, se marcharon sin que al hombre se le hiciera el test. Tobajas desconoce el desenlace pero sostiene que «sí permanecen confinados». El conocido médico, que se ha hecho viral con este asunto en las redes sociales, sostiene «que los negocianistas son pocos, pero se hacen demasiados» y comparte una reflexión: «A los sanitarios estas cosas nos machacan, nos van minando, pero a la vez nos hacen más resilientes. Estas personas no me dan miedo, pero me preocupan», concluye mientras se despide de este diario con la amabilidad que le caracteriza: «Me llaman por un accidente en carretera y tengo que atender al conductor herido». Así es la medicina, vocación y servicio por encima de todo, pese a los negacionistas.