La más cacereña de todas las plazas. Pongamos que hablamos de ella, de la Plaza Mayor de Cáceres. Se ha hecho mayor desde su última gran obra (10 años), acogiendo a todos y a todo. La magia de la música con el Womad. De museo de la aviación, mercado de abastos, mercadillos medievales y navideños. También como lugar dedicado a la feria, ajusticiamientos, autos de fe, festejos taurinos, proclamaciones, entre otras funciones.

Un corazón que late desde el siglo XIV y con historia por sus cuatro costados. Está rodeada de soportales y la preside el ayuntamiento, que fue construido en el año 1869 por Ignacio María de Michelena. Pero ha sufrido varios cambios a lo largo de su vida, lo que no ha impedido que desde ella puedan contemplarse monumentos tan magníficos como la Torre de la Hierba, la de los Púlpitos, la de Bujaco y la ermita de la Paz.

¿Quién no tiene en algún rincón de su casa un souvenir? Un recuerdo para no olvidar que, durante unos días, tuvo el privilegio de disfrutar de unas merecidas vacaciones en Cáceres. Son graciosas figuras con encanto. Las tiendas se ubican en los enclaves turísticos que congregan mucha afluencia de público. Habitualmente el viajero no acostumbra a comprar una única unidad, sino que termina adquiriendo regalos para la familia, otro para los amigos y uno más para los compañeros de trabajo. The Shopping Duck es uno de los establecimientos más visitados. Se encuentra en la Plaza Mayor, atiende diariamente a decenas de visitantes que demandan camisetas, dagas, máquinas de coser, imanes, tazas, peluches... Sara Martínez prepara los regalos con esmero mientras confiesa a El Periódico las preferencias más habituales de los turistas.

Sara Martínez, trabajadora en The Shopping Duck. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Los viajeros extranjeros demandan la típica camiseta con la imagen de la parte antigua. En cambio, la gente joven, procedente de otras comunidades autónomas, prefiere los imanes con los que identifican la ciudad», señala Sara al tiempo que embala una sudadera a una excursionista con acento portugués. «Lo que está ocurriendo estos últimos 15 días de agosto a nivel turístico se puede definir con dos palabras: muy bueno. Hay que viajar a Cáceres. La Plaza Mayor es preciosa y espectacular. Ojalá sigamos cumpliendo años con ella de la mano», apunta Martínez con una sonrisa.

EL TURISMO

Desde Tarragona, Ana Hidalgo visita junto a su familia por primera vez la capital cacereña. Previamente habían estado en el Valle del Jerte, y ahora pasarán un par de días en la ciudad. Lo primero que hicieron fue perderse por el casco viejo. La máquina del tiempo comienza a funcionar en el Arco de la Estrella. «Nada más llegar a la plaza te adentras en otra época. Es impresionante, nos ha encantado, teníamos muchísimas ganas de ver sus monumentos», dice Hidalgo con amabilidad.

Ana Hidalgo posa junto a su familia en la Plaza Mayor de Cáceres. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

 A orillas del centro histórico, se levanta el Hotel Soho Boutique Casa Don Fernando. Elegante y repleto de comodidades. Una apuesta segura donde alojarse. «Acabamos de estrenar terraza hace una semana. Estamos muy contentos por la buena acogida del público», asevera Pablo Herrera de la Muela, responsable del alojamiento. Un verdadero oasis para desconectar y, sobre todo, disfrutar al máximo de su carta con platos de la tierra. 

Había dudas, pero el fin de las restricciones internacionales y la libertad de movimiento por España están recuperando la actividad hotelera. Aún queda camino por recorrer, aunque el sector turístico ya empieza a notar los primeros brotes verdes después de diecisiete meses de crisis sanitaria del coronavirus. «El mes de agosto ha dado el impulso necesario al sector, lo que está permitiendo salvar un poco la época estival. Nos preocupan las previsiones de los meses futuros, a pesar de que dependen de la evolución de la pandemia, confiamos que siga la misma tónica que hasta ahora», responde Herrera de la Muela.

Pablo Herrera de la Muela, responsable del Hotel Soho Boutique Casa Don Fernando. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«La ciudad está en el punto exacto entre el norte y el sur del país, donde los niños no aguantan más horas dentro del coche. Es una parada técnica ideal para quienes viajan desde País Vasco, Cantabria, Cataluña, Asturias o Galicia y necesitan hacer noche», expresa este madrileño apasionado de Cáceres.

El helado no hace milagros. No te va a quitar esa sensación de vivir en el desierto que estás teniendo estos últimos días. Ni te va a trasladar al norte de Groenlandia, que es donde te gustaría afrontar las altas temperaturas. Pero al menos te dará un instante pasajero de placer frío que ayudará a soportar la solana. Solo tienes que superar un reto para disfrutarlo: encontrar una buena heladería como Remo, localizada en la calle Pintores, en la entrada a la plaza.

No hace falta hablar mucho para correr a probar las exquisiteces de este establecimiento regentado por Óscar Renato, uno de los mejores heladeros del mundo. La fantasía italiana más loca y la técnica más rigurosa se unen en el local. «Es un paraíso de sabores. El cliente puede encontrar más de 46. Una delicia», detalla Darwin Hernández, empleado del negocio. 

Darwin Hernández, empleado de la Heladería Remo. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Los clientes han ido aumentando con la ola de calor. Estamos trabajando bastante bien, tenemos algún parón, pero por lo general es muy continuado. Al mediodía y después de cenar es cuando más vienen y lo que más piden son helados, granizados, batidos con helados o refrescos», asegura.

Este es el relato de una plaza cambiante en el tiempo, de un sitio emblemático que es el escenario de la fiesta de San Jorge, del recibimiento a la imagen de la Virgen de la Montaña o de la Semana Santa. Las viejas mercaderías de antaño se han tornado hoy en bares, restaurantes y tiendas que le siguen dando vida. La última gran reforma de la Plaza Mayor comenzó en febrero de 2010 y finalizó un año después. Su décimo aniversario se sigue celebrando.