Un macrobotellón con 500 personas y 40 coches en el recinto ferial. Música, alcohol, evidente incumplimiento de las medidas sanitarias que marca la pandemia y cuatro vehículos con dos agentes cada uno de las policías local y Nacional. Se quedaron en la barrera y no pudieron hacer nada para frenar la gigantesca concentración de jóvenes.

«¿Quién se mete ahí dentro?», se pregunta un veterano policía que enseguida responde a la pregunta: «Si lo hubiéramos hecho, aquello habría acabado como el rosario de la aurora». Y añade: «No es cuestión del covid. El coronavirus no nos da miedo, no nos dio miedo ni en las peores circunstancias que vivió la ciudad durante el confinamiento y en las que la policía siempre estuvo al lado de quienes nos necesitaban. Lo que nos da miedo es no tener medios humanos suficientes para garantizar la seguridad ciudadana».

Es martes, 31 de agosto, y en la jefatura de la Policía Local solo hay en la calle un oficial (que es el jefe de servicio) y un conductor, y dos coches más con dos agentes cada uno (Delta 1 y Delta 2, como se hacen llamar en el argot policial). La jornada debería estar cubierta con siete agentes más, pero seis están de baja médica y 1 tiene horas sindicales. «Así es imposible hacer un servicio», advierte el policía.

No le falta un ápice de razón. «Imaginen que pasa algo gordo: un accidente, un incendio, una reyerta, la caída de un edificio... Con estos medios de los que disponemos hoy tendríamos que bandearnos. Seríamos incapaces». La policía local tiene poco más de 140 agentes pero su estructura orgánica no funciona. Un problema enquistado desde hace años que no termina de resolverse. «Hay muchos agentes en segunda actividad y no pueden poner a nadie hasta que no se jubilen», ejemplifica. 

En la jefatura insisten en que «faltan efectivos. ¿Se entendería que en Urgencias no se atendiera a una persona infartada porque no hay sanitarios suficientes? Pues aquí, lo mismo. Somos un servicio de seguridad y emergencias y no cumplimos los mínimos. Hay más gente fuera que trabajando. Y el concejal poco puede hacer».

Es martes, 31 de agosto, y en la Policía Local hay en la calle un oficial, un conductor y cuatro agentes

Se refiere a Andrés Licerán, el responsable de Seguridad Ciudadana del gobierno municipal que en este mismo diario confesó ayer que para haber disuelto el botellón del recinto ferial tendrían que haber dado aviso «a los antidisturbios». El dirigente socialista aludió a esa cuestión de proporcionalidad que impidió la intervención: el número de personas concentradas no era proporcional al número de agentes, de manera que la reunión se dejó pasar pese a que no cumplía ningún parámetro legal.

¿Y cuántas multas se interpusieron el fin de semana a raíz de los botellones?. No se ofrecen datos. «Tenemos gente de vacaciones en Sanciones y no están pasando la estadística», admiten desde la jefatura. Otra piedra en el camino.

Botellones y fiestas

Y todo esto cuando comienza, hoy, un mes de septiembre en el que la agenda del ayuntamiento, de momento y si la evolución de la pandemia no lo impide, está cargada: feria de San Miguel, Fiesta de la Primavera, media maratón y el aterrizaje de miles de estudiantes que regresan a la universidad, por lo que todo apunta a que los botellones y las fiestas en los pisos no han hecho más que empezar.

«Tenemos pánico a que llegue septiembre. Hay compañeros que se guardan las vacaciones para este mes. No me las prometo muy felices y no es que me guste hacer lecturas catastrofistas», cuenta el policía que tiene encima de la mesa asuntos relacionados con las terrazas, que esta mañana tendrán que esperar. «No podemos acudir», confiesa mientras recuerda que el control de los veladores de los bares es otra de las prioridades del gobierno municipal que habrá que aparcar por unas horas.

La situación se agrava cuando cae el día. «Por las noches no tenemos a nadie cuidando la ciudad, y en septiembre con todos los eventos previstos andamos pillados», reitera el policía. «Es un gran problema».

Y es que a pesar del crecimiento de la capital cacereña en población y extensión en los últimos años, la plantilla mantiene proporcionalmente el mismo número de agentes que en los últimos 17 años. Cierto es que aunque sea una reivindicación histórica, las protestas por falta de personal en la Policía Local cacereña se han producido cada vez con mayor frecuencia en las legislaturas más recientes y cuando suceden situaciones de inseguridad ciudadana afloran con mayor virulencia.