El Gobierno francés acaba de enviar un contingente de 500 sanitarios a sus departamentos de Guadalupe y Martinica, en el Caribe, para hacer frente a una situación epidémica desbocada en estos hermosos lugares que las autoridades vinculan con una tasa de vacunación muchísimo más baja que en el resto del país (alrededor del 20%). El personal tomará el relevo de otros voluntarios que habían ido a esas dos islas francesas que tienen sus hospitales colapsados por los enfermos del coronavirus.

Vicente Criado Escudero es uno de esos enfermeros. El cacereño, que actualmente se encuentra en la isla de Martinica ayudando durante dos semanas a sus habitantes contra la covid-19, cuenta su día a día en primera persona. «No creo que seamos héroes. Aquí lo que hay son enfermeros y trabajadores que viven su vocación, porque esto va en la salud de todos», apunta con gran humildad.

«Los políticos han hecho un llamamiento a la solidaridad de los profesionales sanitarios de la Francia metropolitana para que acudan en apoyo de los hospitales de las Antillas, en particular en Martinica y Guadalupe, que se enfrentan a una ola epidémica muy intensa que golpea a una población todavía poco vacunada», señala emocionado.

El enfermero posa en el área covid del hospital de Martinica. EL PERIÓDICO

«En estos momentos de pandemia se está viendo que los enfermeros somos la pieza clave en la prestación de cuidados y seguimiento de los pacientes con coronavirus (sin olvidarnos del resto de compañeros que realizan una magnífica tarea). Han habilitado la zona de Ginecología del Centro Hospitalario Universitario de Martinica en área covid. Además debido a la alta tasa de contagios se han paralizado atenciones médicas», dice al otro lado del teléfono.

A este enfermero le llama la atención que «cada vez se están produciendo más casos de gente joven que han tenido que ingresar por presentar cuadros graves. Debemos tener cuidado y valorar los riesgos a los que nos podemos enfrentar», manifiesta a El Periódico.

Ahora las cosas son complicadas en la zona, los habitantes disponen de una cultura contraria a la vacunación. «Hoy en día nosotros estamos en disposición de echarles una mano», añade. Aún así, la incertidumbre del virus es preocupante. Criado habla de que «cada 15 días se producen relevos de bomberos, soldados, médicos, auxiliares, enfermeros, fisioterapeutas... con el objetivo de reforzar los equipos. El Gobierno cubre los gastos de viaje y alojamiento».

«No creo que seamos héroes. Aquí lo que hay son enfermeros que viven su vocación», destaca

«El coronavirus no conseguirá alejarnos de los pacientes. Para eso se han articulado los protocolos pertinentes. Nuestra satisfacción reside en realizar escrupulosamente nuestra profesión, con conocimiento y competencia para atender a los enfermos. Bastantes se recuperan y tiran para adelante, aunque hay otros que por desgracia no lo hacen. Los acompañamos hasta el último suspiro. Es muy jodido. Siempre hay profesionales cerca. Entiendo que no es como el calor familiar, pero al enfermo nunca se le deja solo», expresa.

Poco podía imaginar aquel muchacho que tras terminar la carrera de Enfermería en el 2002 (Universidad de Extremadura), terminaría efectuando su profesión en el quirófano de la Polyclinique de Poitiers. Más de 19 años han pasado ya desde que se fue en busca de empleo a la nación gala.

«Es un honor poder trabajar aquí. Me tuve que marchar porque en España la situación era demasiado precaria y apenas había trabajo», lamenta Criado. «Pero estoy muy contento por haber formado mi historia de vida junto a mi mujer y mis niñas. Son las mejores», destaca con sinceridad.

El sanitario extremeño en su puesto de trabajo. EL PERIÓDICO

La preocupación de numerosos sanitarios traspasa las fronteras de los hospitales y se instala en sus vidas y en sus hogares, haciendo que no solo se inquieten por la salud de sus pacientes, sino también por la de sus seres queridos.

«Hay que tener en cuenta la preocupación que nos llevamos a casa todos los profesionales sanitarios por la posibilidad de contagiar a nuestros familiares y que nos está convirtiendo en guardianes protectores», asegura Vicente.

«Toda la sociedad debe concienciarse de que no vamos a volver a la normalidad si no nos responsabilizamos y cumplimos con los medidas que se han establecido. Lo que está ocurriendo es una injusticia para las personas que sí cumplen con las normas, y salen perjudicadas por aquellos que se las saltan», asevera Criado, que desde el país vecino echa de menos a Cáceres, su ciudad, su familia, y cómo no, sus patatas fritas El Gallo, de la que es forofo. Pese a la dura situación del covid-19 siempre hay tiempo para la sonrisa.