Por fin, el 19 de febrero, Dios mediante, será ordenado en la catedral de Coria, el que va a ser nuevo obispo de nuestra diócesis: don Jesús Pulido Arriero. Han tenido que pasar dos años (menos diez días) desde que el anterior asumiera el cargo en su nuevo destino. Dos años son mucho tiempo, como ya hemos tenido ocasión de contar, sin la presencia de la figura del obispo en cualquier diócesis y en la nuestra también. Y no me digáis que: «no hemos estado abandonados, que hemos tenido administrador diocesano y que lo ha hecho muy bien», que eso ya lo sé. Me refiero a otra cosa que entendéis perfectamente.

Don Jesús se va a encontrar con una diócesis con muchos siglos de historia, que es un dato a tener en cuenta, pero que no es decisivo, lo importante es la realidad que vivimos ahora en el año 2022 como Iglesia y como diócesis, esta realidad es la que determinará las líneas pastorales y las decisiones a tomar a partir del día 19.

El XIV Sínodo que finalizó en 2017 preparó el camino para lo que tenía que venir. Las Orientaciones Pastorales 2019-2024, casi se han quedado anticuadas, sin apenas echar a andar, pero… por lo menos ahí están, y deben ser el punto de arranque para lo que se planifique a partir de ahora.

Don Jesús no viene a «tomar posesión» de nada ni de nadie. Viene enviado por la Iglesia, en este caso por el Papa Francisco, a cumplir una misión en este trozo de pueblo de Dios que es nuestra diócesis, misión que se resume en una palabra, servir. No me digáis, «no hace falta que nos lo recuerdes, que eso ya sabemos». Pues, si lo sabemos, nada es más fácil que decirlo y decirlo cuantas más veces mejor. Dejemos de lado ese lenguaje, más propio del siglos XIII que del siglo XXI, lenguaje anticuado, casposo, que nos aleja de las personas y refleja una realidad que para nada debe ser signo de esta Iglesia en salida, misionera, hospital de campaña. Iglesia ¡que es la misma del siglo XIII!, pero vive una realidad distinta, y que tiene que utilizar un lenguaje completamente distinto.

El hecho de que la figura del obispo refleje la presencia de la iglesia de Roma, al lado nuestro, y, a un nivel mas personal, mi relación con los operarios diocesanos, cuando estuvieron en nuestro seminario, hacen que mi disposición hacia don Jesús sea muy buena. ¡Bienvenido!