Uno de los primeros destinos de Gema Ramos dentro de la Policía Local de Cáceres fue el de la grúa. Cuando llegaban a recoger algún vehículo acudían ella, como agente, y el conductor. Pero el ciudadano nunca pensaba que ella era la policía y siempre se dirigían a su compañero, a ella la obviaban. Luego Ramos hacía lo imposible por imponerse. «Me molestaba mucho. Hemos tenido que hacernos valer mucho más para ganarnos la autoridad en la calle», cuenta.

Lo mismo le pasaba en la unidad de barrio. Allí enviaban a los agentes más noveles para que vigilaran las barriadas. Patrullaban de uno en uno. Y ahí sufrió más de un encontronazo. «Un día entré en una calle a denunciar a una persona y se abalanzó sobre mí gritándome y amedrentándome para ver si me achantaba. Tenías que imponerte todos los días porque si no te comían», recuerda.

Cuando llegó a la jefatura, hace casi 26 años, solo pertenecían al cuerpo 13 mujeres (ella es la número 13). De hecho en la academia de seguridad de Extremadura, donde se forman todos los agentes de las policías locales que pasan las oposiciones, aquel año solo había tres mujeres de los 40 que accedieron al cuerpo. Actualmente ese porcentaje no ha subido mucho más: en total, en la jefatura cacereña, trabajan 22 mujeres de una plantilla de 150 agentes; no llegan ni al 15%.

«Me han mandado a lavar bragas y me han hecho fotos a mi trasero mientras regulaba el tráfico»

Fátima Álvarez - Policía número 12 de Cáceres

Lo suyo es vocación desde niña. Aunque en su casa, la primera vez que confesó que quería dedicarse a esto, pensaron que se trataba de una broma. Y lo dejaron pasar, pensando en que aquella idea se le iría de la cabeza. Pero ella lo tenía claro. Estudió primero Magisterio pero en cuanto acabó la carrera dejó aquello a un lado para prepararse para policía. «Mi madre seguía diciendo que no, que era peligroso. Y sobre todo porque era mujer, si hubieran sido mis hermanos no habría sido lo mismo», recuerda.

Gema Ramos aprobó las oposiciones con Fátima Álvarez (la número 12 en la jefatura). «Cuando se lo dije a mis padres se negaban, creían que me iban a matar. Mi madre era ama de casa y aquello no lo comprendía», comenta Álvarez. Cuando patrullaba con alguno de sus compañeros (suelen hacerlo de dos en dos) siempre se dirigían al que fuera hombre. «En la calle los hombres no querían dirigirse a nosotras, pero nuestros compañeros les obligaban a hablar con nosotras para que se acostumbraran», dice.

Violencia machista

Álvarez ha sufrido violencia machista solo por el hecho de ser mujer y ser policía. Le han llegado a hacer fotografías a su trasero desde el vehículo. Y la insultaban. «Me han mandado a lavar bragas», recuerda. Ahora, desde la distancia, le hace hasta gracia, pero en aquel momento la impotencia se apoderaba de ella. Ha aguantado también comentarios de lo más obscenos. Un día, mientras dirigía el tráfico en la fuente Luminosa, un señor bajó la ventanilla de su coche cuando pasó por su lado y le gritó: «¡Cómo te gusta meterte los pitos en la boca!». Si eras mujer, la autoridad ya no se respetaba.

«En la grúa siempre querían hablar con el conductor porque era hombre y la policía era yo»

Gema Ramos - Policía número 13 de Cáceres

La llegada de las policías supuso además un problema familiar para muchos de los agentes. «Sus mujeres se enfadaban porque patrullaban con nosotras. No concebían que pudieras estar toda la noche con un compañero sin hacer nada», comenta. Y la conciliación era un encaje de bolillos. Ramos tenía diariamente a una chica contratada para que estuviera una hora con sus hijos, porque los horarios de su marido y ella no cuadraban. «Cuando hacías la noche (entonces trabajaban siete seguidas) al día siguiente no dormías porque, quieras o no, la carga de los hijos recae en la madre y cuando llegabas a trabajar ya tenías toda la casa hecha, la comida, los uniformes de los niños, sus meriendas, …», asienten. Luego llegaban a la jefatura «a descansar», bromean.

A pesar de todo, no cambiarían su decisión de convertirse en policías. Y sus malos recuerdos no están relacionados con el machismo que han sufrido, sino con su trabajo. Como aquel día en que a Gema Ramos la enviaron a una vivienda porque un niño de dos años se había caído por la ventana. Falleció. Y su madre, embarazada entonces, perdió también al hijo que esperaba. No se le olvida la mirada de aquella mujer. «Esos son los puñales que se te clavan, lo demás son anécdotas de machistas maleducados», reconoce. 

Los actos por el Día de la Mujer

HOY, 8 DE MARZO

Desayuno coloquio ‘Feminismo con Amelia Valcárcel’, a las 10.00 horas en la sala Pintores, 10.

Acto institucional por el Día de la Mujer y entrega del premio 8M. A las 12.00 horas en el foro de los Balbos.

Manifestación organizada por la comisión 8M. Sale a las 18.30 horas de la plaza de América.

Concierto en femenino organizado por el Proyecto Mala del conservatorio. A las 20.00 horas en el complejo San Francisco.

11 DE MARZO

Jornadas de igualdad y violencia de género en Montehermoso. Participa la Guardia Civil.

Jornada feminista sobre la incorporación de la perspectiva de género en el derecho. Facultad de Derecho a las 17.00 y a las 19.00 horas.

Encuentro ‘Participación de la mujer en la literatura’._Lectura de poesía y vivencia de las mujeres creadoras. A las 19.00 horas en el centro cívico Raimundo Medina.

13 DE MARZO

Reto: ‘8 M, 8 motivos , 8 kilómetros por la igualdad’. Sale del paseo de Cánovas a las 10.00 horas.