'El Nano' tiene una calle, también su propio libro, el que escribieron Juan Carlos Fernández Rincón y Fernando Jiménez Berrocal en 2019 y que se agotó en las librerías. Homenajeaba a Mariano Amaral Pérez, fallecido en 2011 a los 79 años y que ha pasado a la historia de la ciudad como un hombre inconfundible que recorrió calles de los 70 a los 90 cantando plegarias a la Virgen de la Montaña para que lloviera. De manera que los cacereños no se olvidan de 'Nano' cada vez que baja la patrona.

Tío de la cantante Amaral, carismático e inconfundible, 'El Nano' nació en la calle Pereros, muy cerca de San Mateo. Sus padres, Antonia y Simón, compartieron la devoción de su hijo por vírgenes y santos. Sus plegarias, contaban sus familiares, servían para que la lluvia cayera cuando más falta hacía. Pero fue su estampa, con un crucifijo de madera en el que colgaba las imágenes religiosas, la que le hizo entrar en ese catálogo de personajes genuinos de Cáceres que estarán para siempre en nuestro imaginario.

Merecidamente, cuando la ciudad incorporó 31 nuevos nombres a su callejero tuvo en cuenta al 'Nano'. Ayer, en Santa María, Carmen y su marido, Antonio, hablaban de él mientras sentados en un banco en Santa María contemplaban a la Cacereña Bonita, que ahora celebra su novenario. Por cierto, para quienes siguen realizando apuestas por el color del manto de la Virgen sepan que lució el número 65, de terciopelo verde, bordado en oro y pedrería, confeccionado por las Religiosas Esclavas del Santísimo y la Inmaculada, una orden religiosa que llegó al santuario en 1951 y que permaneció hasta 1986. Desde 2007 son las Franciscanas de la Inmaculada Concepción las que habitan la Casa de Ejercicios.

El manto que vistió la patrona, datado el 29 de septiembre de 1971, fue donado por Marina Morato Rodríguez y Miguel Casero, mayordomo entre 1968 -en sustitución de Julián Murillo (padre de la camarera de honor, Pilar Murillo, fallecida el pasado 3 del abril)- y 1998 cuando le sucedió en el cargo Francisco Acedo Carrera.

La Montaña levanta pasiones en una concatedral de bote en bote con una veneración imbatible y una fe indestructible y muchos de los que acuden al templo continúan rememorando al 'Nano', el devoto que imploraba la lluvia a la Reina de Cáceres.