«¿Cuánto tiempo se lleva poniendo en riesgo nuestra salud? Yo llevo aquí ya casi 18 años y prácticamente desde que entré existen estos problemas», asegura José Osma, que trabaja como oficial de primera de mantenimiento en el IES Universidad Laboral.

Es uno de los miembro del equipo (formado por 15 trabajadores) que ha levantado la voz contra la presencia de amianto en este histórico edificio docente de Cáceres, así como contra las supuestas irregularidades que se dan en materia de riesgos laborales.

Una denuncia que espera que no caiga en saco roto porque «son cuestiones que ya se han puesto en conocimiento del centro y de prevención en riesgos laborales en numerosas ocasiones. A primeros de año se giró la última inspección; se redacta un informe y aquí se mira para otro lado».

Los operarios aseguran que conviven a diario con amianto en descomposición de las cubiertas de los talleres, debido a su antigüedad y mal estado. También manipulan tuberías de fibrocemento con amianto en las reparaciones, ya que forman parte de la instalación de agua y las bajantes de lluvia, «y sin ninguna formación acerca de cómo actuar». 

También aseguran que trabajan con maquinaria de más de medio siglo de antigüedad; máquinas que «carecen de todo tipo de protecciones, no cumplen normativa y acumulan varios informes desfavorables de riesgos laborales y accidentes registrados».

Todo ello, pese a que la Laboral maneja 1 millón de euros de presupuesto anual. «Pueden permitirse cambiar la maquinaria poco a poco, pero al equipo docente no les interesamos; nos compran herramientas de bricolaje que no cumplen la normativa para ahorrarse lo máximo».

Asimismo, denuncian que se les privó de los dos vehículos para transportar materiales por el centro y realizar tareas pesadas, porque carecían de homologación, seguros y protecciones. «Ahora estamos como en las pirámides de Egipto, cargando a nuestras espaldas todo».

Igualmente, denuncian que la dirección del centro «nos obliga a realizar modificaciones y ampliaciones de las instalaciones sin ninguna supervisión de algún instalador autorizado, como marca la normativa de la Junta de Extremadura y los reglamentos oficiales». En este contexto apuntan a la peligrosidad de la eléctrica, la térmica, la climatización o el gas.

«Este centro tiene ya más 55 años y dadas sus dimensiones y las pocas inversiones sus deficiencias no se pueden tapar con una mano de pintura o echando la culpa al equipo de mantenimiento».

Por último, exponen las condiciones pésimas de los vestuarios y duchas y que no se les aporta la ropa de trabajo adecuada.

Por su parte, la Consejería de Educación y Empleo anuncia que «vamos a enviar a personal del Servicio de Salud y Riesgos Laborales de la consejería para que valore la situación en dicho centro».