blog del cronista

Ensenada

Consultar el Catastro de Ensenada es un encuentro con el Cáceres del siglo XVIII y con su estructura social y económica

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

El pasado 16 de septiembre se volvió a celebrar en Cáceres, al igual que en el resto de ciudades españolas que son Patrimonio de la Humanidad, la denominada “Noche del Patrimonio”. Se desplegó un amplio programa de actividades que pretenden aproximar al vecindario, la importancia que el patrimonio cultural tiene en nuestra ciudad. En esta edición también ha estado presente el patrimonio documental, esa parte de patrimonio histórico que es trascendental para conocer el pasado y mantener activa la memoria de los pueblos. Para ello, se ha expuesta al público el Catastro de Ensenada. Un total de diez libros, encuadernados en pergamino, que recogen los datos económicos de una villa donde vivían unos 6.000 habitantes a mediados del siglo XVIII.  Catastro que nos proporciona una perspectiva panorámica de como se desarrollaba la vida de los cacereños, de sus medios de vida y de la estructura social de la ciudad.

El Catastro de Ensenada fue ejecutado por el entonces ministro de hacienda, Zenón de Somodevilla y Bengoechea, más conocido por su título nobiliario de Marqués de la Ensenada. Un ministro al servicio de Fernando VI “el Prudente “, rey infecundo y demente, que falleció  sin haber superado la muerte de su esposa, la princesa portuguesa Bárbara de Braganza, con la que había contraído matrimonio en la catedral de Badajoz en 1729. Este rey, entre 1750 y 1754, encarga a su ministro de hacienda un interrogatorio o encuesta para conocer la riqueza de todos los lugares de la corona Castellana, a excepción de País Vasco, Canarias, Navarra y Cataluña que tenían su propio régimen fiscal. Se pretendía reformar la hacienda pública con la creación de la Única Real Contribución, eliminando las conocidas como Rentas Provinciales y prescindiendo de la amplia red de intermediarios y cobradores de impuestos, donde reinaba la más absoluta corrupción,  que dispersaban y reducían  la recaudación.

A través del Catastro de Ensenada conocemos las actividades industriales de los vecinos, en que se gastaban los dineros del concejo cacereño o los bienes de la clerecía en la vieja villa. Sabemos que en la rivera de la villa operaban 25 molinos harineros, 1 lavadero de lanas y 3 tenerías, que en el calerizo funcionaban 14 hornos de cal y 9 de tejas y ladrillos. Así mismo nos informa que cada 7 cabezas lanares producen una @ de lana que se vendía a 44 reales , que cada 2 cabras producen en leche y queso el valor de 4 reales o que cada 4 colmenas producen un cuartillo de miel. Igualmente sabemos que en la villa había 1247 casas; que el concejo pagaba al convento de San Francisco 411 reales en concepto de procesiones, misas de ayuntamiento y cárcel, 176 reales al convento de Santo Domingo por asistencia a procesiones y sermones de tabla y 800 reales a la Compañía de Jesús para la enseñanza de la gramática. El catastro se completa con los salarios que cobraban los empleados públicos, desde el pregonero hasta el escribano  del concejo, los guardas de montes o el encargado del correo. Nos informa que el estanquero José Pizarro también vendía la pólvora de las municiones, los naipes o el solimán (planta que se usaba con fines medicinales). Que en la villa había 14 maestros alarifes, 24 maestros zapateros,1 librero que ganaba 4 reales diarios, y 4 pintores /doradores que facturaban entre 3 y 4 reales diarios.

 Consultar el Catastro de Ensenada es un encuentro con el Cáceres del siglo XVIII y con su estructura social y económica. De ahí la importancia de proteger el rico patrimonio documental que atesora nuestra ciudad.

El autor es cronista oficial de Cáceres

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