Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mantienen una cautela extrema en las investigaciones que llevan a cabo para esclarecer la muerte de Ángel Carballo, un hostelero de 50 años que el pasado viernes fue hallado maniatado y con una bolsa en la cabeza dentro del negocio que regentaba, El Baluarte, situado en el interior del castillo de Valencia de Alcántara.

La Policía Judicial de la Guardia Civil se encarga del caso, que se encuentra bajo estricto secreto de sumario. De hecho, tanto los servicios de comunicación de la Guardia Civil como de la Delegación del Gobierno declinaron realizar ayer ninguna manifestación. Tampoco concretaron si las primeras pesquisas pueden determinar en qué circunstancias se produjo la muerte y si se busca a posibles personas implicadas. Lo que sí ha trascendido por testimonios vecinales es que el cadáver de Ángel Carballo fue conducido hasta la capital cacereña, donde ayer a las diez de la mañana se le practicó la autopsia en el Instituto de Medicina Legal de Cáceres, un procedimiento habitual en estos casos.

También ayer tuvo lugar el funeral en Valencia de Alcántara, una vez que el juez lo autorizó tras finalizar la autopsia.

La aparición del cuerpo a primeras horas del pasado viernes ha causado una honda conmoción entre la población de Valencia de Alcántara, donde Ángel Carballo residía desde hace veinte años con su mujer y sus hijas. Natural de San Vicente de Alcántara (municipio en el que continúa viviendo parte de su familia más cercana), se dedicaba a la hostelería, había emprendido distintos negocios y en los últimos años gestionaba El Baluarte, un local de propiedad municipal que tenía en explotación. Por eso era tan conocido en la localidad, que se pregunta qué ha podido ocurrir para un desenlace tan trágico.