14 metros. Es lo que mide el que probablemente sea uno de los rosales de mayor tamaño de Extremadura. Se encuentra situado en la fachada de la casa de Pedro Muñoz Sierra, en la calle del Emigrante, número 8, de la bonita localidad cacereña de Robledollano. Es una vivienda que se une a través de un bello arco con la casa de su vecino de enfrente. 

Pedro Muñoz relata la historia del rosal, que lleva más de dieciséis años floreciendo en la entrada de su hogar, donde antes vivieron sus abuelos Juana y Juan Pedro. Luego residieron sus padres José y Ramona. Allí nació y creció el protagonista de este reportaje. «El rosal lo puso mi madre cuando vivía y el vecino del número 11, que también murió y se llamaba Antonio. Los dos se sentaban en la puerta con los amigos y comentaron un día: ¿y por qué no ponemos un rosal e intentamos que adorne la vía entera? Y desde entonces no ha dejado de crecer», dice.

Rosas de Robledollano. ALBERTO MANZANO

Muñoz ha sido albañil toda la vida. Tiene 64 años, le queda poco para jubilarse. Su hermano se llama José Luis y tiene dos sobrinos; se define como «un amante de las rosas». Tanta atención despierta su iniciativa que asegura que el ayuntamiento está muy contento «porque es un reclamo para los turistas que se sorprenden al verlo cada vez que vienen y se hacen un montón de fotos». 

El rosal, famosa planta que ronda las cien especies, la mayoría de ellas originarias de Asia y una reducida cantidad nativas de Europa, Norteamérica y África noroccidental, habitualmente se cultivan como ornamentales por la belleza y fragancia de su flor. Casi en cualquier sitio, puede haber un rosal, y eso significa que estas plantas pueden ocupar macetas, jardineras o macizos en plena tierra. Lo que sí debe preocupar es la orientación, que debe ser luminosa y soleada; en una situación de sombra, los rosales no florecerían.

Los rosales deben disponer de un muy buen drenaje. «Florecen en mayo, requieren su mantenimiento, aunque si los podas ahora vuelven a salir y si los cuidas bien puedes disponer de rosas gran parte del año», concluye Pedro Muñoz, que tiene en su fachada todo un museo natural.