Podría decirse que a un pueblo sin bar le falta alma, no parece un pueblo. Lo clásico, y aún más sabiendo la cantidad casi infinita de este tipo de establecimientos que hay en nuestro país por habitante, es que cada municipio cuente con uno. Es el caso del Hogar del Pensionista de Valdemorales, el que a día de hoy es la única taberna y ultramarinos de esta hermosa localidad cacereña. 

Cuando se atraviesa la puerta del local, parece que el tiempo se para, como en el reloj que cuelga de la pared, sin movimiento de agujas. El ambiente es tranquilo, sin las prisas de la vida actual. Su dueño, David Paquete, que va a cumplir un año al frente del negocio en julio, atiende a los parroquianos con inmensa cercanía. «Estoy en familia, la gente es encantadora», manifiesta el propietario de este singular comercio. Es un sitio amplio y cuidado

Un poco de todo en sus estanterías. ALBERTO MANZANO

«La tienda da trabajo, pero el bar, mucho más. Los clientes lo mismo te piden un vino o una cerveza bien fresquita con su aperitivo o que les pongas productos de higiene, panes, conservas, café, galletas, legumbres, congelados y otro género de gran calidad. Además ofrecemos raciones de churrasco de pollo, huevos rotos, bacalao a la dorada, parrillada de carne, bocadillos… Se toman algo y de paso hacen la compra», dice el joven emprendedor.

Sin embargo, David Paquete tiene claro que «en los pueblos cada vez hay menos gente por desgracia», lamenta. En ese contexto, el propietario del bar tienda sabe lo importante que es para los vecinos que su establecimiento siga abierto. «Un bar o una tienda en un pueblo, más que un lugar social, es el centro para ir al psicólogo. Cada uno viene con su historia, vienen a evadirse, a descansar, a pasar el tiempo con los vecinos… Un bar o un ultramarinos de pueblo abarca muchos significados», comenta.

Rincón único. ALBERTO MANZANO

Aquí, con unas vistas espectaculares a los cerros de la Sierra de Montánchez, donde hasta los pajarillos encuentran la calma es fácil encontrar el sosiego. Valdemorales, el coqueto y pequeño municipio posee un encanto medioambiental único. Y por algo será. Todo en este rincón rezuma belleza. Y es que la estampa se torna idílica en cualquier momento del día desde la terraza de este mesón. La viveza de los colores de la naturaleza contrasta con la blancura de las fachadas en este paraíso donde aún queda un bar-ultramarinos