Extremadura en la mochila

Hervás, la niña bonita de Booking

Así es un espectacular paseo por Hervás

El Periódico

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Miguel Ángel Muñoz Rubio

Son las dos de la tarde y en Casa Chino suena música de jazz. Es una sinfonía perfecta para el manjar de ensaladilla rusa, patatas bravas y tortilla que asoma en la vitrina de la barra. También sirven croquetas caseras, Ramón Bilbao y Mahou Cinco Estrellas, que ‘pa’ eso ‘soy minero y con caña, vino y ron me quito las penas’.

Un gramófono dorado reluce sobre una de las estanterías, que pareciera como si la voz de Concha Piquer fuese a salir de un momento a otro cantando ‘eres mi vida y mi muerte’. Al lado, trompetas y más baldas donde se reparten libros y hasta una caja registradora de esas de rollo de papel y manivela. Casa Chino fue una tienda de comestibles finos y coloniales fundada en 1896 en la calle Relator González, la más antigua del callejero de Hervás, llamada así en honor al que en el siglo XIX fuera magistrado de la Real Audiencia de Madrid, ‘Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací’.

Desde hace dos años, Delfín y Lucía regentan este templo del sabor situado a dos pasos de La Extremeña, la pastelería donde venden perrunillas cocinadas con harina de castaña, ‘échale guindas al pavo, que yo le echaré a la pava, azúcar, canela y clavo’. Y es que Hervás es como una caja de sorpresas, como una ola de fuego y de caricias, de espuma blanca y rumor de caracola’ donde conviven la Joyería Mari Carmen, los antiguos luminosos que anunciaban la fabricación y venta de muebles del paseo de La Estación o el vino y la miel que comercializa Felipe Parra Majada, en la calle Tras de Diego, a orillas del Ambroz, que discurre caprichoso como un quejío ‘de la luna por el río’.

Es también Hervás un bazar donde Gonzalo Blanco Lorenzo lo mismo te vende una botella de butano, que una lavadora, que una camisa de Spagnolo. Hervás, la Versalles de Extremadura, con su jardín histórico de 1945, robledo, fuentes y pérgolas; ‘rosa de Alejandría, rosa amarilla. Hoy has de ser mi guía, la luz que brilla. Faro de mediodía, rosa sencilla’. 

Castaño y tiramisú

Veredas de castaños en El Temblar, fincas donde comen los caballos y hacen el amor las margaritas silvestres. Solo el paso de tres aviones caza haciendo maniobras camino de Talavera altera el cielo en la mañana de primavera. ‘¿Ha llegado la guerra?’, pregunta un turista que tras el vermut se dispone a comer en el Hotel&Spa Sinagoga. Allí, por 12,50 te ponen macarrones a la carbonara, salmón gratinado sobre verduritas salteadas y tiramisú. No faltan el vino de Casa Valdés y La Casera, la marca icónica madrileña que ha refrescado generaciones desde su creación en 1949 por parte de los hermanos Félix, Francisco y Víctor Duffo, a los que habría que levantarle el monumento del españolismo.

Tiene Hervás otra joya que es el Balneario del Tramplal, con aguas medicinales cuyas propiedades son conocidas desde tiempos remotos. Extremadura no es seca, es dichosa y verde, ‘verde que te quiero verde y al verde, verde limón’, como demuestra este lugar situado en un entorno natural único donde brota un manantial de aguas ferruginosas, ideales para carencias de hierro, problemas dérmicos y dietas para adelgazar, ya que son tonificantes.

Llegada la tarde, el rojizo se funde con las nubes y el paseo invita a conocer el Museo Pérez Comendador Lerroux, la casa Doña Claudia y la distinguida calle de Braulio Navas. Luego se desemboca en la Plaza de la Corredera y en la del Convento, que a decir verdad estaría mejor libre de coches.

De allí a la Hospedería Valle del Ambroz, junto a la Iglesia de San Juan Bautista, que pertenece al antiguo convento de los Padres Trinitarios, fundado en 1664. Tiene el recoleto lugar una estampa parecida a Alcalá de Henares donde proliferan los alojamientos rurales, como la coqueta La Casita

Hervás dispuso de escuela dominical en 1931 y de un antiguo colegio donde ahora la Junta tramita una residencia de mayores, porque también la despoblación hace mella al norte de la provincia de Cáceres.

El barrio judío, las casas consistoriales, La Chorrera, cita nacional de Los Conversos, la villa conserva una estación abandonada del tramo Plasencia-Astorga del Ferrocarril Vía de la Plata, una antigua línea que discurría paralela a la N-630 hasta finales del siglo XX. Trenes que se alejan, ‘ahí está la pared que separa tu vida y la mía, esa maldita pared yo la voy a romper cualquier día’.

El Alavés cae ante el Madrid, ‘Madrid, Madrid, Madrid, por algo te hizo Dios la cuna del requiebro y el chotís’ mientras la afición aplaude en la cafetería del Hotel Sinagoga y las águilas reales duermen a la espera de que amanezca. ‘A tu vera, siempre a la verita tuya. Ayer, hoy, mañana y siempre, eternamente a tu vera’. Hervás, revolera de colores, niña bonita de Booking, ni canta, ni baila, pero no se la pierdan

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