Desde la creación del Honrado Concejo de la Mesta en 1273 por el rey castellano Alfonso X, fueron muchos los caminos que, convertidos en cañadas, sirvieron para que miles de cabezas de ganado, especialmente ovino y vacuno, cruzasen la península para buscar pastos donde alimentar a los rebaños que en otoño bajaban de las tierras del norte a las dehesas extremeñas para pasar el invierno. Cuando llegaba la primavera, el camino era inverso, se abandonaban las tierras de la Extremadura y se volvía a las montañas verdes del norte. Un desplazamiento de ida y vuelta que, durante siglos, ha permitido el contacto de serranos trashumantes con las tierras del concejo cacereño. 

Los privilegios de los ganaderos trashumantes como el derecho de portazgo o el libre pastoreo de sus ganados en tierras comunales, no siempre tuvo la aceptación de los lugareños. Son múltiples los conflictos que aparecen en las fuentes documentales entre quienes viven permanentemente en las tierras extremeñas y los que anualmente transitan por ellas para alimentar sus ganados. A lo ancho del inmenso término municipal de Cáceres eran muchas las dehesas que cada temporada ingresaban importantes rentas por el cobro de los derechos de pastos de rebaños trashumantes.

Sabemos que en 1779 en diferentes dehesas cacereñas pastaban más de 100.000 cabezas lanares. En las dehesas del Aguijón, y Castillejo pastaban 900 ovejas propiedad del ganadero Manuel de la Cuesta. En las dehesas de Catalina de Arriba y Abajo pastaban 1.700 ovejas propiedad de Antonio Gómez de la Fuente. 4.000 cabezas pastan en las dehesas de La Mangada y Torre de Elvira Martín. Podríamos seguir enumerando decenas de dehesas del alfoz cacereño que durante siglos se beneficiaron de la presencia de rebaños que las ocupaban que durante los meses del invierno. 

En 1777 se produce un desencuentro entre los ganaderos trashumantes y diferentes concejos de Extremadura que solicitan a través del diputado por la provincia de Extremadura, Vicente Paino y Hurtado, la intervención real para tratar de acabar con lo que consideran abusos del Concejo de la Mesta al que culpan de ser el causante del despoblamiento de las tierras extremeñas y en consecuencia de la pobreza de sus habitantes. 

Según el diputado Paino, la trashumancia es “ un impedimento que puede dañar la felicidad de esta provincia, aumento de su población, fomento de la agricultura en ella y aprovechamiento de tierras que sean a propósito para la crianza de ganados estantes de todas especies….para aumentar sus cosechas de aceite, vino y árboles frutales como para que haya maderas que sirvan a los edificios…” de todo ello, parece ser, tienen mucha culpa los privilegios de los grandes ganaderos que esquilman los pastos y entorpecen el desarrollo autóctono.

A pesar de la defensa que sobre su tierra expone el diputado Paino, la trashumancia no dejó de ser un problema para la modernización rural de Extremadura, situándose como una de las principales causas en el atraso permanente de la región.