Opinión | La mirada

Adiós al cura ´progre´de Cáceres

Os confieso que me da mucha pena escribir las palabras de esta semana, pero ya se veía venir...

Despedida del cura 'progre'.

Despedida del cura 'progre'. / Jorge Valiente

Os confieso que me da mucha pena escribir las cuatrocientas palbras de esta semana, pero esto ya se veía venir...

Estoy seguro que no le gusta eso de ‘progre’, pero es que con los tiempos que corren, ‘el que se mueve no sale en la foto’, las distintas maneras de enfrentarse a la pastoral que conviven en el ámbito eclesial católico son una bendición, porque hay una unidad en lo sustancial. Osea que, en la Iglesia, por lo menos, no es lo mismo unidad que uniformidad, ¡gracias a Dios!

Al comienzo de la década de los ochenta del siglo pasado, un grupo de religiosos pavonianos, muy convencidos de su carisma, llegaban a Cáceres para ocupar diversas misiones pastorales, entre ellos venia Tino, nuestro protagonista. Pasados unos cuantos años, Don Jesús Domínguez, lo envía a la todavía incipiente parroquia de Guadalupe, y ahí se inició el gran idilio que terminará felizmente en unos días. La historia de Tino en esta ciudad es la historia de esta parroquia, no se pueda dar la una sin el otro. Hay un dato al que él da mucha importancia, es el momento en el los pavonianos pierden a un enamorado de su carisma, y la diócesis gana a un apasionado de la diocesaneidad. La Diócesis de Coria-Cáceres ha sido otro de sus grandes amores.

Siendo, el que escribe, arcipreste de Cáceres, en la segunda década del dos mil, fue cuando tuve más relación con él, y cuando más valoré su talante y la profundidad de su opción. Recuerdo con satisfacción, los dos meses en que formando parte de la comisión sinodal que elaboró la encuesta preparatoria del mismo trabajamos codo con codo (encuesta que fue un desastre, por cierto, pero ese es otro tema), el cartel y los himnos de ese acontecimiento quedarán también como legados suyos.

El mundo de Yupi, solo existe en los cuentos, y en la mente de los incautos, también ha habido momentos de dolor y de incomprensión, como no puede ser de otra manera, pero hasta en ellos supo guardar la calma y estar a la altura.

Los años de profesor en la facultad de profesorado (la religión a la misma altura científica y de valoración por parte de los alumnos que las demás asignaturas); sus trabajos televisivos, y la creación de la unidad pastoral “trébol” con otras parroquias de la ciudad, son otras de sus obras, espero que su ausencia no afecte a la lozanía de estas tres hojas. ¡Hasta siempre, maestro!