Camille Vidal-Naquet quería escribir sobre la prostitución masculina. ¿Qué hay detrás de todo ese mundo? Primero creó un personaje, un joven sin nombre que deambulaba por las calles, que no tenía un lugar donde dormir, que a veces consumía drogas y otras muchas vendía su cuerpo. Un joven que vivía fuera de las reglas de la sociedad tal y como las conocemos, que se encontraba en sus márgenes.

Después de configurar a su criatura, el director comenzó a indagar sobre lo que de verdad supone prostituirse en las calles de Francia hoy en día. Se puso en contacto con una asociación donde se agrupan los chicos del Bois de Boulogne y, lo que en principio iban a ser varias semanas de convivencia y preguntas, se convirtieron en tres años.

El resultado es Sauvage, una película tan cruda como franca a la hora de hablar sobre algunas cuestiones incómodas que prefieren continuar siendo invisibles para buena parte de la sociedad. «La idea era presentar una realidad cotidiana que es desconocida por parte de la mayoría de nosotros», cuenta el director. «Pero no quería aplicar ningún juicio moral. Sobre la prostitución, no sé si está mal o bien, solo sé que existe».

El director reconoce que la película es mucho más suave que la realidad, ya que la mayor parte de las cosas «no se podían mostrar en la pantalla». «No todo es representable», continúa. «Me di cuenta de que no conocía ni siquiera mi ciudad, que había zonas que se regían por otro tipo de leyes, donde las convenciones establecidas, no tienen ninguna validez». Descubrió un universo realmente sórdido y salvaje, pero también mucho calor humano, mucha solidaridad entre los hombres que ejercen la prostitución que se convierten en hermanos los unos de los otros.

El personaje de Sauvage quiere ser libre, quiere vivir sin ataduras, sin ningún tipo de corsé social que lo aprisione. Su marginalidad es una cuestión personal. «Vivimos en un mundo en el que todo el mundo se está mirando constantemente a sí mismo. Los selfie de Instagram, los likes de Facebook. Eso genera una dependencia enorme, y al final eres prisionero de todas esas cosas. En cambio, este personaje no tiene ni móvil, es libre, al menos para vivir el instante, el momento de manera absoluta, desconectado de cualquier tipo de consecuencias».

La película se encuentra protagonizada por un auténtico descubrimiento, el actor Félix Maritaud, que también estuvo presente en otra obra LGTBI fundamental, 120 pulsaciones por minuto, de Robin Campillo. Sin embargo, Vidal-Naquet no cree que Sauvage pueda encuadrarse únicamente en la órbita del cine queer, ya que, a pesar de que la sombra de Gus van Sant parezca alargada, en realidad, la película de referencia del director es Sin techo ni ley, de AgnèsVarda. «Creo que el cine LGBTI en la actualidad se divide entre películas románticas y películas militantes y activistas. ‘Sauvage’ no pertenece a ninguna de esas dos ramas… pero de alguna forma también comulga con ellas».

Al igual que ocurría en la reciente Touch me not (No me toques), Sauvage también se encarga de retratar el cuerpo de una manera muy especial: adquiere un máximo protagonismo, pero sin que se pueda percibir ningún atisbo de exhibicionismo. «No quería que las imágenes fueran ni pornográficas ni eróticas. La desnudez es el traje de trabajo de estos chicos, así que quería mostrarla de la manera más natural».