-Sus conciertos van del rock’n’roll desenfadado de ‘Rufino’ a una canción latina intimista como ‘Piensa en mí’. ¿Cómo lo hace para que todo encaje?

-He estado en la música toda mi vida, vivo a través de la música, y significa que mi experiencia se convierte en una canción. Y cada una tiene sus características. Los estilos no son una cuestión de identidad. Las canciones para Almodóvar exigían una actitud distinta, y no me preocupó que estilísticamente fueran lo opuesto de otros temas. Hay una versatilidad, y luego una curiosidad. Para mí es importante seguir haciendo cosas que me exijan, y aventurarme, aun a riesgo de que puede resultar incluso incomprensible. Pero no hago mi trabajo solo para gustar, sino en primer término para expresarme.

-No es muy común una carrera larga como la suya, con éxitos en décadas distintas y grabando siempre discos con canciones nuevas, sin tirar de revival.

-Hay personas en mis conciertos que vienen de mis primeros años, y ahí hay canciones que es casi imprescindible que cante. Pero luego está tu presente. Me he despertado hoy para vivir el día de hoy, no para estar pensando en qué hice hace cinco años. Ni siquiera el día de ayer. Siempre he tenido la necesidad de hacer discos nuevos, que reflejen mi momento. Después de mi experiencia con el cáncer hice Vida tóxica, era un reflejo de aquello. En el último disco, la canción Tanto ruido, sin ser muy descriptiva, refleja esa sensación de pesadez, de cuánto lío hay alrededor, que no te dejan siquiera pensar. Una necesidad de ahora, que no es la misma que hace cinco años.

-El primer espaldarazo a su carrera fue la gira con Miguel Ríos y Leño, en 1983. Ahora, Ríos está retirado, con excepciones, y Rosendo concluyó su gira de despedida. ¿Es algo en lo que piensa?

-Cuando tienes curiosidad, tienes necesidad de seguir creciendo y aprendiendo. Yo la tengo tan grande como cuando empecé, o más, porque soy más consciente que antes de los detalles. Así que no he pensado en eso, más bien en que cuando acabe la gira tendré que volcarme en estudiar armonía.

-¿Próximo disco?

-Sí, es que lo de la retirada no lo veo, ni en un futuro próximo ni siquiera medio plazo. Aquí por un lado está tu necesidad de hacer cosas y luego que alguien esté interesado en ti. Si eso ocurre, no hay que preocuparse. No estoy cansada físicamente ni, sobre todo, emocionalmente, y no es una cosa que piense, dejar los escenarios dentro de un año, de cinco, de 10... No. Creo, por otro lado, que el día que suceda lo tendré tan claro que será definitivo. También le digo que no me veo lejos de la música; no sé haciendo qué, pero no lejos.

-¿Ser mujer le ha complicado las cosas a lo largo de su carrera?

-Analizar cómo ha sido mi vida profesional por ser mujer es como redundar en experiencias que ya están sobrepasadas. Y hablo de experiencias durillas. Ahora la mujer en la música está consideradísima, y la prueba está en la cantidad de figuras potentes que hay. Eso me produce una enorme satisfacción, porque no fue fácil. No éramos muchas. Pero he vivido esas dificultades con toda la mano izquierda y la inteligencia de las que he sido capaz, para que ciertas críticas por el hecho ser mujer, en vez de afectarme, me dieran alas.

-Usted está muy cerca de Francia. ¿Qué le pareció el manifiesto de intelectuales y artistas francesas, como Catherine Deneuve, sobre un «nuevo puritanismo» representado por el #MeToo?

-Respeto la opinión de los demás, por contrarias o inexplicables que me resulten. Me parece que Catherine Deneuve es una mujer importantísima en el cine francés, elegante, espontánea. Si ella cree que algo es exagerado es su opinión y no estoy aquí para juzgar.

-El ayuntamiento de Oviedo, que ha cambiado de color tras las elecciones (de la coalición de izquierdas encabezada por el PSOE a un gobierno de PP y Cs), ha cancelado 21 conciertos que no estaban firmados pero sí comprometidos para las próximas fiestas de San Mateo, entre ellos los de Tequila, Rozalén, La M.O.D.A. y el suyo. ¿Cómo le ha sentado la decisión?

-Creo que en todas las giras ha habido alguna anécdota semejante. Cuando me lo dijeron pensé «qué lástima», porque no puedo volver a Asturias, una tierra importantísima en mi vida y en mi formación. Y por la gente que iría a verme. Pero son cosas de gustos... Bueno, ya iré otro año.

-¿No hay un móvil político?

-Puede ser, pero no quiero verlo así. Quiero pensar que a alguien no le gusto yo, por lo que sea, y que prefiere a otro u otra. Ya está. No me crea más trauma. Sino acabarías entrando en bucle: ‘soy amada por...’, ‘soy detestada por...’ Y no. Me quedo con que no voy a Oviedo pero voy a otros sitios, y ya está. No soy quejica. Acepto las situaciones, por más rocambolescas que sean.

-La música, la cultura, ¿no están demasiado a expensas de los vaivenes políticos, incluso de ciertos tics sectarios?

-Bueno, no estamos apartados, ni para lo bueno, que es fantástico, ni para lo malo. Siempre hay actitudes mezquinas y te quedas muy perplejo, pero es así.

-Ya le ha pasado otras veces.

-Sí, desgraciadamente (ríe). Si no es por una cosa es por otra. No es la primera vez.

-¿Por cambios políticos en los ayuntamientos?

-Sí, sí, claro. Y no pertenece a un único ámbito político, es extensible a todos. Ya se sabe, el poder a veces trae como consecuencia actitudes mezquinas. «A mí no me gusta esta tía porque ha dicho no sé qué, y prefiero a otra que esté más en sintonía conmigo». Y es una decisión unidireccional y que afecta a todos.

-La gira actual la mantiene ocupada hasta noviembre. ¿Luego?

-Me gustaría retomar lo que empecé hace unos meses: seguir con unas letras y unas posibles canciones. Necesito cierta disciplina, estar en un sitio varios días seguidos, tener horario y la misma mesa.