Entrevista | Susana Martín Gijón

«Doy voz a mujeres cuyos talentos pasaron de puntilla por la historia»

Susana Martín Gijón.

Susana Martín Gijón.

Sevilla, 1580. La ciudad andaluza disfruta de su esplendor, de ser el epicentro de una España en la que no se pone el sol. Pero esta sociedad brillante oculta la avaricia y la corrupción de los poderosos, y la miseria y el malvivir de los menesterosos. En este contexto histórico, la escritora Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981) sitúa la trama de su última novela La Babilonia, 1580. Abandona el siglo XXI para sumergirse en el XVI con el tono reivindicativo y comprometido que le caracteriza, con el humor y la ironía que pueblan sus escritos, y con la intención de colocar al lector en una atmósfera entre la ficción y la realidad, sazonada por trepidantes aventuras, textos ágiles con tramas adictivas y portentosas.

Dos años de investigación, de indagación minuciosa, de búsqueda de los entresijos de la España del siglo XVI, de inmersiones en una sociedad lejana, pero, a la vez, cercana porque «venimos de allí», subraya, se plasman en un thriller histórico al que completa los secretos del imperio de Mali, que se intercalan entre las peripecias de Damiana y Carlina. Este incansable trabajo le ha otorgado varios regalos y le ha hecho crecer como escritora.

«Se puede hacer denuncia. Son temas actuales que nos han lastrado como sociedad»

Susana Martín Gijón

— Escritora

«A todas las mujeres que no hicieron historia»: Una declaración de intenciones y una reivindicación

Es una declaración de intenciones. Salió así, casi terminada la novela. Sentía que tenía que dedicarla a esas mujeres a las que le doy voz; mujeres que no la han tenido, sobre todo en épocas como el siglo XVI. Pongo como protagonistas a dos mujeres dentro de la sociedad que, ya en sí misma, era bastante asfixiante si nacías mujer; a dos niñas huérfanas. Por una parte, a una que ha sobrevivido vendiendo su cuerpo. No le ha quedado más remedio y, aun así, ha escalado socialmente porque ha sobrevivido a una infancia huérfana en uno de los arrabales más desamparado. Además, no está en la prostitución ilegal, sino dentro de esa minoría legalizada. Podemos entrar en la doble moral de la sociedad, pero en todo caso esta minoría legalizada tiene una cierta protección y en la botica más cotizada. Es un ascenso social. Por otro lado, su amiga de la infancia optó por el convento en el que hacía falta una dote para entrar, pero el convento le permite cultivarse. Lo fundó la madre Teresa y lo gobernaba la madre letrera, ambos personajes históricos y reconocidos, uno más que otro, sin duda. Quería reflejar esa sociedad y esas desheredadas; darles la voz que nadie les había otorgado, pero también reconocer a mujeres cuyos talentos han pasado inmerecidamente de puntillas por la historia como es el caso de esta priora letrera sor María de San José que, cuando descubro su vida y su pluma excelsa, me parece increíble que no se estudie en los libros de texto y más allá de un círculo académico o más específico. No es conocida por la gran mayoría de la sociedad. Un poco la intención inicial de dar la voz a estas mujeres que nunca la han tenido y, por otra parte, también a medida que descubro a aquellas que sí fueron capaces de hacer algo extraordinario tampoco lo hemos visibilizado, así que es mi forma de restituir ese lugar que sí debieron tener en la historia.  

Para su primera novela histórica elige el siglo XVI. ¿Por qué?

Quería escribir sobre Sevilla. Después de pasar por Extremadura con mis anteriores novelas, me había ido a Sevilla con Camino Vargas y ahora quería seguir en esa ciudad y, para ambientarme en su pasado, el momento de máximo esplendor era el siglo XVI cuando tenía el monopolio de la entrada del comercio de las Indias, que llegaba a su puerto para distribuirlo por toda Europa. Entonces estaba en el momento de máximo esplendor. Llevaba unas décadas. La población había crecido muchísimo, las casas palaciegas se habían multiplicado y había empezado a crearse una situación insostenible en la ciudad. Lo tenía todo: riqueza, pero también toda la desigual que había traído consigo. Me parecía un momento perfecto para introducir el género negro que no deja de estar presente en la historia. Es una novela histórica, de aventuras, pero también tiene todos los elementos de una novela negra. Estaba convencida de que era la mejor época, cuando Sevilla estaba en el esplendor de la riqueza, pero comenzaba a ser insostenible la situación. 

¿Cómo confecciona la fotografía de la sociedad de ese siglo?

Al final venimos de ahí. Se pueden hacer muchos paralelismos del siglo XVI hasta ahora. Hemos avanzado en muchas cosas, pero no lo suficiente. Por ejemplo, en el tema de la desigualdad entre hombres y mujeres: si bien en aquella época era atroz, absolutamente apabullante, vemos que todavía no estamos en posiciones de igualdad y estos días salen a diario situaciones casposas con las que hay que seguir luchando para conseguir una igualdad real, o por ejemplo, la desigualdad en la propia sociedad entre clases, entre barrios que vemos una ciudad tan rica como la Sevilla del XVI, pero que a causa de esa riqueza la población se multiplicó y la desigualdad también, y a día de hoy Sevilla sigue siendo la ciudad de España con más diferencias sociales. La violencia interiorizada que creemos salvada celebraba un auto de fe. No nos tenemos que remitir a muchos días atrás para ver escenas terribles de un festejo público infligiendo dolor y maltrato. Venimos de ahí y todavía se ve que hay mucho que cambiar. 

«Es una novela histórica, de aventuras, pero tiene los elementos de la novela negra»

Susana Martín Gijón

— Escritora

Al comienzo del libro, relata cómo encontró el manuscrito de ‘La Babilonia’, ¿existe o forma parte de la ficción?

(Se ríe). El Colegio de Gramático de Cuerva (Toledo) existe y todo lo que cuento también, pero sí es verdad que es una ficción. Es un homenaje a la tradición del manuscrito encontrado que ya siguieran tantos autores de caballería, hasta el Quijote de Cervantes o el propio Umberto Eco que dedica páginas y páginas al manuscrito encontrado. Con el humor o la ironía que me caracteriza quiero hacer un homenaje a ello, pero también lo utilizo para visibilidad a esa escritora de la que hablaba antes, que no ha tenido el lugar que merece. Hago ese guiño. Le voy a dar este texto, ya que muchos de los suyos desaparecieron y otros no se reconocieron. No es otra cosa que un guiño y situar al lector con lo que se va a encontrar. Una novela que es muy ágil, pero tiene un contexto histórico muy importante. 

Susana Martín Gijón.

Susana Martín Gijón. / Emilio Morales

¿Es peliagudo ponerse en un contexto histórico distinto al suyo, que exige un gran rigor histórico? 

He sido muy rigurosa. Al principio, sí es cierto que me intranquilizaba porque sabía que exigía muchísimo trabajo. Cuando me meto en el siglo XVI tengo un conocimiento de la media de esa etapa histórica, pero me meto a fondo. Como lo hago todo. Me paso dos años estudiando muchísimo, preguntado a expertos, cada vez que dudaba a la hora de tramar una situación concreta o de un dato determinado o de cualquiera circunstancia, siempre pedía al experto que me asegurase cómo puede ser narrado o cómo podía haber sido tal o cual cosa. En ese sentido, estoy muy tranquila porque hay catedráticos especializados en esa época que han leído el texto y lo han validado. 

¿Cómo se trabaja con la prosa del XVI y conseguir que el lector no abandone la lectura? ¿Ha contado con la colaboración con algún experto? 

Ha hecho falta muchísimo trabajo. He estado estudiando los dos últimos años muchísimo, investigando muchísimo y leyendo muchísimos textos de la época hasta que interioricé esa prosa. Me parecía importante hacer el equilibrio con un texto ágil que se lea bien por parte de los lectores, que no tuvieran que tropezar y parar a buscar en el diccionario porque no sean capaces de contextualizar ese lenguaje, pero que al mismo tiempo enriquece la obra y la dota de verosimilitud a la época en la que nos encontramos. Pretendo una inmersión de lector en ese momento y, por eso, pongo en juego los cinco sentidos con este lenguaje, tanto en el narrador como en los personajes. Ha sido un trabajo muy intenso. Una vez que ya lo interiorizo, la prosa sí fluyó con naturalidad. 

El libro arranca con un auto de fe, que hace vibrar al lector. ¿Qué recursos narrativos has empleado para mantenerlo en vilo? 

Llevo diez novelas criminales, negras, thriller y tengo las herramientas muy pulidas para darle al lector un texto muy rápido, que sea adictivo, trepidante y que se lea muy bien. En La babilonia, 1580 trato de hacer ese equilibro en un contexto histórico del que aprender, con un lenguaje con el que enriquecernos o recordar y también aprender algunos términos que siguen en el diccionario de la Real Academia que forman parte de nuestra lengua, pero que ya se usan menos; se han ido relegando. Así que intento conjugar todo eso. El auto de fe es una presentación de lo que nos vamos a encontrar, de esa sociedad con una violencia punta interiorizada, con el Santo Oficio muy presente en la ciudadanía, pero también como la propia sociedad forma parte de ello cuando acudía en masa como a una celebración, una grandísima fiesta a ver cómo quemaban a herejes. Es una presentación del retrato del escenario y de la sociedad en la que se vivía. 

«Pretendo una inmersión del lector y pongo en juego los cinco sentidos con el lenguaje»

Susana Martín Gijón

— escritora

¿Qué personajes le han resultado más complejos de conformar: los reales o los creados? 

Los reales exigen un esfuerzo en cuanto a ponerme a investigarlos y a conocerlos perfectamente para ceñirme con rigor a sus historias y, a partir de ahí, incluirlos y ficcionar siempre dentro del contexto y de la trayectoria que siguieron. Algunos sí que me lo han puesto muy fácil porque empecé a investigar a sor María de San José, por ejemplo, pues ella había tenido una vida, más allá de su talento literario, tan dura, pero tan fascinante y tan novelable. Había sido acusada dos veces ante la Inquisición, una con la propia madre Teresa y otra cuando la madre Teresa se fue a seguir fundando convento y se quedó sola en Sevilla en el que gobernaba; incluso la encarcelaron durante un tiempo. En el año que yo elijo para la trama, 1580, hace solo unos meses que había sido repuesta en el cargo. A mí me viene como anillo al dedo para enfrentarla a sor Catalina y a toda la trama después de haberla traicionado su confesor y sus propias hermanas, pues no puede más que sentir recelo y desconfianza. En ese sentido, a veces te lo ponen difícil, pero a veces lo encuentras y parece que estaban ahí para meterse en esta historia. 

Las aventuras de Damiana y Carlina se intercalan con la historia del imperio de Mali

La historia del imperio de Mali fue lo más fascinante de toda la documentación e investigación que he hecho durante este tiempo. En los últimos dos años, investigo, escarbo en el pasado y en hechos históricos y doy con joyas como el personaje de sor María de San José o como la historia del imperio de Mali, que es un regalo. Son historias reales, transmitidas oralmente desde los siglos XIII-XIV, incluyendo los elementos fantásticos que traslado que han hecho más fácil la narración y que perdure y que siga pasando de boca en boca a través de las generaciones y de los siglos; y, sin embargo, en España apenas tenemos conocimiento de ese imperio tan fantástico, tan lleno de riqueza y tan vasto, y que dieron estos episodios fascinantes a la historia. Yo me los encuentro y lo que hago es trasladarlos. Hay un punto en el que ya no se tiene más documentación histórica y, a partir de ahí, ficciono y creo una hipótesis que es plausible, que ahí queda y es ese secreto del que se habla en la contraportada, que pudo cambiar el rumbo de la historia. Enriquece mucho el libro por abrir los ojos a otras sociedades que dentro de nuestro europeísmo visión ombliguismo y visión del norte y de occidente pasamos por alto y nos centramos en otros episodios o momentos históricos en lugar de algunos que merece la pena nombrar y visibilizar. 

Damiana y Carlina, dos personajes fuertes, poderosos y reivindicativos, bien pueden representar el precedente de la mujer del siglo XXI, que luchan contra los convencionalismos de la época y contra la preponderancia masculina.  

Estoy segura de que en esa época había muchas mujeres como ellas, con una determinación fiera por sobrevivir dentro de los mimbres que tenía vivir lo mejor que pudieran. Precisamente mi trabajo es hacer todo lo posible por ponerme en el lugar de esos personajes y sentir cómo podía reaccionar ante ese tipo de situaciones. Si una persona como Damiana, una niña huérfana que tiene que vender su cuerpo para sobrevivir, si no fuera como era, posiblemente no habría llegado a cumplir los 19 años. Entonces, creo que había muchísimas muy fuertes como ellas, pero que no nos han llegado sus historias y sus voces, y luchadoras como las que más, mucho más que aquellas de las que sí nos han llegado sus trayectorias que tenían unas miras más privilegiadas y han llegado hasta nuestros oídos. Sin duda, han tenido que luchar mucho más. Tuvieron mil talentos ocultos y muchas ocasiones en las que no tuvieron la posibilidad de descubrirlos. Me he metido en su piel y el tratado de que se las escuche a través del tiempo. 

En esta inmersión para imbuirse del siglo XVI se enroló en la réplica de un galeón. ¿Cómo le ayudó a dar veracidad al texto? 

Creo que fue otro regalo que me cayó del cielo. Siempre intento meterme mucho en la piel, en la sociedad, en el tema que estoy investigando. Igual que en Especie fui a un santuario de animales, con las mujeres que lo llevaban y compartiendo con ellas y los animales para conocer su forma de pensar y para ponerme en su lugar. Pues aquí decía: no puedo viajar en una máquina del tiempo, pero a base de investigar, de recorrer mucho Sevilla buscando las localizaciones de los lugares que narro, que consulté a muchos expertos, que leí mucho. Pues en esta búsqueda, encontré las réplicas de naos que viajan por el mundo y localicé el tipo de barco que me interesaba y di con un galeón del XVI, que se parece mucho a La Soberbia de mi cabeza. Entonces, hice lo imposible por meterme a navegar con ellos. Fueron cinco días. Y sí que logré esa experiencia sensorial que intento trasladar a mis lectores que para mí es muy importante, envolverte en los cinco sentidos. Tuve la oportunidad de recorrer de arriba abajo el barco, de situar dónde estaría el camarote del piloto mayor Eugenio de Ron, saber cómo se navegaba ahí, cómo vibra el barco, cómo grujen las maderas cuando te tumbas a dormir, que parece que la nave se va a caer encima; o subir las velas a pulso junto con otros 30 marineros. Todo eso te coloca en el lugar y te hace darle más rigor, más verosimilitud y más honestidad para con mis lectores. 

«Dejo los finales abiertos porque me da mucha pena despedirme de los personajes»

Susana Martín Gijón

— Escritora

El final abierto da qué pensar. ¿Qué le reserva a sus lectores: una continuación de estas heroínas del siglo XVI o retomará las aventuras de Camino Vargas? 

Las dos vías me atraen mucho. Seguir con la novela negra actual me permite hablar de temas de denuncia que a mí me atañen, que me preocupan como ciudadana, como he hecho hasta ahora y que a lo mejor todavía no han sido tratados dentro de este género, que abre también la puerta a conocerlos de una forma entretenida, ágil, pero facilita esa compresión de la sociedad y del tiempo en el que vivimos. Pero es cierto que la histórica también me ha dado mucho. Ha sido muy duro, pero creo que he crecido como escritora. Después de este recorrido en el que he aprendido mucho y tiene esa parte para el lector de inmersión en otra época y también se puede hacer denuncia porque al final no son temas actuales, o sí, porque son asuntos que nos han lastrado como sociedad y no hay una forma mejor de comprender la sociedad en la que vivimos que conocer y entender el pasado del que venimos. Estoy abierta a las dos vías: a retomar a Camino y a sumergirme en una máquina del tiempo porque es verdad que yo siempre dejo los finales un poquito abiertos porque creo que me da mucha pena despedirme de los personajes que me han acompañado durante tanto tiempo. 

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