La cultura que nos viene

Hellboy, Goya, Levallois y el swing

Stéphane Levallois presenta ‘Goya Hellboy: una visión de la iconografía de monstruos de Stéphane Levallois’ en Badajoz

Stéphane Levallois presenta ‘Goya Hellboy: una visión de la iconografía de monstruos de Stéphane Levallois’ en Badajoz / Instagram del autor

Un demonio con un cinturón en el que ponía Hellboy. Lo dibujó Mike Mignola a vuelapluma. Cogió todo lo que amaba y lo encajó. Intentó crearlo «como una persona normal. No como en algunos cómics de superhéroes». El tebeo nunca tuvo pérdidas, pero no fue un grandísimo éxito. Y, sin embargo, hubo seguidores (entre ellos, Guillermo del Toro), hubo películas, Ron Perlman dijo sí y, desde entonces, es nuestro Hellboy favorito, sin cuernos, porque se los corta y, en fin, queremos a ese demonio rojo, grande, un poco brusco, un poco postadolescente, un mucho invocado por los nazis y que lucha contra el mal.

Stéphane Levallois, que dibuja cómics y que crea monstruos (diseñó, me cuenta Asier Mensuro, a los dementores de Harry Potter y ha trabajado en Parque Jurásico, X-Men, Guardianes de la Galaxia, Piratas del Caribe o Las crónicas de Narnia. «En Hollywood le llaman Mister Monster», apostilla). Levallois, decía, fue con Asier al Museo del Prado y vio los dibujos de Goya y estuvo allí cinco horas (es de los míos: de los que se toman el tiempo necesario cuando ven arte) y perdió el avión a Francia. Planteó que quería hacer algo con Goya. Goya dibujaba monstruos. Hellboy es un demonio. Asier habló con Mike Mignola et voilà, comenzó el proceso de crear una exposición que pudiera girar por toda España. Ha estado en Pamplona y ahora se puede ver en Badajoz, su segunda parada. Mañana, durante todo el día (comenzará en la rueda de prensa y lo dejará a la mitad hasta la tarde), «Stéphane Levallois realizará una pieza extra en directo ante el público asistente, una versión de El agarrotado, un grabado de Goya procedente de los fondos del Museo de Bellas Artes de Badajoz (MUBA), que pasará a formar parte de la muestra». Lo explica el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), que es donde, desde hoy mismo, pueden ver «Goya Hellboy: una visión de la iconografía de monstruos de Stéphane Levallois».

En la exposición, siguen diciéndonos, «se pone en relación la obra de Stéphane Levallois, uno de los lápices más afilados del panorama internacional, con los trazos que dos siglos antes hizo uno de los grandes maestros de la pintura de todos los tiempos, Francisco de Goya. En la muestra, el reputado artista francés reflexiona sobre la iconografía fantástica creada por Goya, de las pinturas negras del Museo Nacional del Prado, a los aquelarres y brujas de los óleos del Museo Lázaro Galdiano, incorporando a esta un monstruo contemporáneo».

Hay dos ilustraciones de Mignola: la portada de la saga de Hellboy in the chapel of Moloch y una ilustración de nuestro demonio favorito que homenajea el lienzo Átropos o Las Parcas, de Goya.

Yo, que puedo leer fácilmente libros en un iPad, en una tablet o en las pantallas del ordenador o del móvil -lo he hecho de todas las maneras-, reconozco que no puedo hacerlo con los cómics. Y sería fantástico, porque no se mata ningún árbol y esas cosas, como decía el propio Mignola, que tampoco lee nada que no sea en papel. Ahora tenemos más de 90 obras que son un diálogo entre un dibujante que ama a un pintor al que ha homenajeado en varias ocasiones en sus cómics, recreadas por otro dibujante de bandes desinées que, además, trabaja en Hollywood y para todas las grandes marcas de moda francesas que se precien. No me digan que no les resulta interesante.

Vivimos en una comunidad autónoma en la que hay creadores tan sobresalientes como Fermín Solís, Borja González, Fidel Martínez Nadal, José Domingo o Mayte Alvarado y en la que elMEIAC de Badajoz ha sido sensible al séptimo arte desde hace unos años y está haciendo una labor magnífica de creación, construcción y educación de todas esas personas (cada vez son menos, quiero pensar) que no esperan encontrarse viñetas en una institución museística. No sé: quizá alguien salga con la idea de comprarse «Semilla de destrucción» o «La espada de Hiperbórea».

Tienen un par de meses para verla, pero no vayan el último día.

En la red, varios fans han debatido sobre la música que le gustaría: Elvis, Tom Waits, Alice in Chains, doom metal o west coast jazz (Dave Brubeck, Paul Desmond y compañía). Sobre jazz y swing y dixieland va el concierto que el grupo Swing ton ni son, con Aurora Samino a la voz, Juanlu González al saxo, Gonzalo Barrera a la guitarra, Luis Sanz al contrabajo y Rafa Huertas a la batería. La propia orquesta los presenta así: «Con un repertorio extenso en estilos propios de aquella maravillosa época musical de principios del siglo XX, podrás disfrutar del Blues, Dixieland, Calypso, Swing, New Orleans, con clásicos como I Got Rhythm (G. Gershwin), Bourbon Street Parade (P. Barbarin) o After You´ve Gone (T. Layton, H. Creamer) que harán trasladarte a esos tiempos donde los barcos de vapor navegaban por el Mississippi y, donde la gente, cantando y bailando, dejaba atrás sus penas después de duras jornadas de trabajo».

Qué más se puede pedir para un viernes en Mérida. A las ocho será la cita en el Palacio de Congresos y así, poco a poco, vamos creando nuevos públicos.

La perla

Cielos forma parte de una tetralogía escrita por Wajdi Mouawad, que es como el Juan Mayorga de Canadá, para que ustedes me vayan entendiendo. Mouawad escribe como Dios. Mouawad es Dios haciendo teatro, con permiso de Mayorga, que también es Dios. Mouawad es terrible y huyó de la guerra del Líbano y habla de terrorismo (y de relaciones paternofiliales) en esta obra que dirige Sergio Peris-Mencheta. Es la primera vez que no hablo con él cuando una de ellas recala en Extremadura. Siempre le llamo. Adoro hablar con él de teatro. Ahora está siguiendo tratamiento contra el cáncer que ha ocupado su cuerpo. Ojalá encuentre una médula compatible cuando sea el momento. Pueden ver esta maravilla, Cielos, en el Teatro Alkázar de Plasencia esta misma tarde. No se la pierdan.

Suscríbete para seguir leyendo