En poco más de quince minutos de conversación la palabra 'trabajo' aparece en múltiples ocasiones. Carlos Maldonado Luceño (Cáceres, 19 de febrero del 1996) sigue con los pies en el suelo y aunque no olvida su debut con el Cacereño del pasado domingo en Guadalajara, sabe que aún tiene mucho que demostrar. "No hay que volverse loco", asegura, aunque el rictus de felicidad en su cara es difícil de borrar.

Su primera convocatoria con el Cacereño le llegó el sábado mientras estaba desayunando en su pueblo, Garrovillas de Alconétar. Recibió la llamada de Angel Marcos. "Tenemos un viaje a Guadalajara y hay una plaza para ti". Incrédulo, nervioso, Carlos se cuestionó si no era una broma. "Le temblaban las piernas", confiesa su madre. Pero no, no era ninguna broma. El preparador del Cacereño le dijo que cogiera las botas y las espinilleras --"todo lo demás lo ponían ellos"-- y que a las 15.45 horas del sábado estuviera en el Príncipe Felipe para montarse en el autobús.

Y allí estaba a la hora convenida. Nada más llegar lo mandaron al vestuario del equipo local del Príncipe Felipe, "donde no había entrado nunca", para que se enfundara la ropa del paseo del CPC. Todo era nuevo para Carlos. Acostumbrado a cargar con toda su ropa y demás enseres cada vez que tiene que jugar con el juvenil verde, empezó rápido a notar la diferencia entre un equipo profesional --"humilde, pero profesional"-- y el resto.

Cristiano, su ídolo

Carlos Maldonado juega en el juvenil del Cacereño, donde esta temporada ha marcado "cinco o seis goles", como dice él mismo, y ha asistido en varias ocasiones a sus compañeros. Se define como un jugador técnico, rápido y fuerte, "con carácter y con gol, que es por lo que me llamó Angel Marcos". Su referente es Cristiano Ronaldo, "un jugador bueno en todos los sentidos y en todas las facetas del juego, que es lo que yo quiero ser".

Si la convocatoria para este estudiante de segundo de Bachillerato en el IES Sagrado Corazón de Cáceres fue una sorpresa, más lo fue su debut. "Cuando el míster nos mandó a calentar pensé que no iba por mí y tuvieron que repetírmelo". Cosa de los nervios, como él mismo reconoce. Fueron solo cinco minutos, pero los vivió a tope. "Me dijeron que si estaba ahí era por algo, que hiciera lo que sabía y que corriera mucho". Y así lo hizo Carlos.

No fue el mejor partido del Cacereño. Es más, "fue el partido tonto del año", como dijo después Angel Marcos. Pero este futbolista juvenil no lo olvidará. Sin haberlo querido se ha convertido en el espejo en el que sus compañeros empezarán a mirarse, la muestra de que empezando desde abajo --lleva tres años en la cantera del CPC-- se puede llegar al primer equipo.

Muchas felicitaciones

Las felicitaciones fueron incontables. "Cuando acabó el partido tenía el teléfono lleno de whatsapp y de llamadas perdidas. Muchos eran incluso de gente que no conozco". Eran compañeros de cantera, aclara después. En estos días ha hablado con todos sus entrenadores en la cantera del Cacereño. "Todos están muy orgullosos y todos me han recordado que hay que seguir trabajando". Que estén tranquilos, él también lo sabe. "Solo tengo 17 años y sé que si quiero ser futbolista profesional tendré que trabajar muy, muy duro".

Hoy volverá a entrenar con el juvenil. A sus compañeros les contará que le acogieron con mucho cariño, "que Carrizosa se encargó de que no me faltara de nada", que en Segunda B te colocan la ropa en el vestuario, y que la zurda de Gaspar impresiona más cuando lo ves desde cerca.

Maldonado ha saltado del juvenil al primer equipo, con el que no ha entrenado en ocasión alguna. Con el B en Tercera ha estado convocado en alguna oportunidad, aunque de momento no ha llegado a jugar. Ahora vuelve con el juvenil a la Liga Nacional (Grupo XI), donde trabajará para que su equipo (penúltimo) empiece a remontar el vuelo.