El añorado José Luis Montes le dio la alternativa y la confianza con apenas 17 años. El Cacereño estaba entonces en Segunda B y el entrenador, tan peculiar como bueno, apostó por Alex Alegría como si lo hiciera por un futbolista de 30 años.

En apenas un par de partidos, aquel chico, ya entonces fornido, de anchas espaldas, hablar tímido y, esto es lo que realmente importa, cualidades extraordinarias como delantero centro, convenció a la grada y a sus compañeros. A su entrenador ya le había seducido, era evidente.

Alex fue vendido al Betis por Antonio Martínez Doblas por una buena cantidad de dinero. El placentino de la cantera del San Miguel destacó primero en el filial y después en el primer equipo, en Primera División, pero una lesión cortó su progresión, que parecía muy buena.

Ahora, tras algunas dudas y mucho trabajo, ha recalado en el Extremadura. Prácticamente el día siguiente de su contratación hizo el gol del empate en Vallecas. El sábado, el del triunfo ante el Lugo, un rival directo por la permanencia.

Los datos avalan ya el fichaje del tanque extremeño. Siempre ha destacado Alex por su juego de espaldas, muy de pívot de fútbol sala, en el que sobresalen sus controles. Muy pocos futbolistas tienen esa cualidad concreta. Eso es justamente lo que le faltaba al equipo de Manuel Mosquera, y a fe que el esfuerzo, que me consta ha sido grande por el club que preside Manolo Franganillo, valdrá la pena.

No sé qué ocurrirá de aquí a final de temporada, pero el equipo de Almendralejo tiene un nueve de referencia, de esos que hacen falta en todos los equipos. Ni el Barcelona tiene un jugador de esas características, se podría decir. Evidentemente, los paralelismos y las comparacioines son siempre atrevidos. El valor de Alex Alegría, en cualquier caso, se medirá en goles.