Secadas las lágrimas, toca pensar en el futuro. El Extremadura CAR Cáceres descendió el domingo desde la División de Honor B a la Liga Regional, dando por terminado, salvo que haya plazas vacantes, un periodo de 25 años en categoría nacional de rugby. Escuece, sí, pero, como dice el presidente del club, Juan Rosado, «cuando te caes, tienes que levantarte».

El equipo da indudablemente un paso atrás. De competir con equipos de Madrid y Andalucía, siendo el único representante extremeño a este nivel, pasará a hacerlo en la modesta competición autonómica, escasa de clubs, como corresponde a un deporte de difícil implantación, y que esta temporada no ha llegado ni a arrancar por miedo al contagio de covid-19. Es evidente el alto grado de contacto físico que se produce. 

El CAR se considera una víctima deportiva del coronavirus. «Fui crítico con que se empezase la liga en la situación en la que estábamos. Debería haber sido un año en blanco. La crisis afectó más a equipos como el nuestro. Tenemos muchos jugadores que no han querido jugar por miedo al contagio porque tienen sus trabajos y además, muy pronto sufrimos varios positivos», sostiene el presidente. En la misma línea se manifiesta el entrenador, Martín Rojo. «Ya andábamos muy justos de gente estos últimos años. El miedo era perfectamente comprensible. Varios chicos convivían con personas vulnerables al virus y no querían llevarlo a casa. Cogimos una dinámica a la que era difícil darle la vuelta. Se nos ha llevado por delante el covid-19, más que ninguna otra circunstancia», sostiene.

Hubo partidos en los que hubo problemas para reunir a 15 jugadores y ambos coinciden en que, cuando varios deportistas regresaron en el tramo final de la liga, los resultados mejoraron por lógica. Los cacereños ganaron los dos encuentros finales, pero no le sirvió para evitar la última plaza. «Nuestra cara real se ha visto al final”, asegura el presidente. La opción de reforzar la plantilla se descartó porque “no podíamos hipotecar el porvenir del club por un resultado a corto plazo».

Para Rojo, «ha sido muy lastimoso». Asume que «hemos estado muy flojos durante la mayor parte de la competición», pero también que «no nos lo merecíamos por el esfuerzo que hemos hecho durante tantos años».

MIRAR HACIA ADELANTE / El espíritu, más allá de todo, está en no dejar de pelear. «Esto no termina. Ha sido un paso atrás, pero inmediatamente hay que ponerse a pensar en el futuro. Nuestro proyecto lleva ya consolidado mucho tiempo. Hay que intentar volver a donde estábamos. Posiblemente se va a resentir en algunos aspectos, sobre todo en el económico, pero tenemos una base de cantera que es la que va a seguir tirando del equipo», señala Rosado, que descarta que su club vaya a aferrarse a que haya alguna vacante. «Hasta que no aparezca esa posibilidad hay que ser realistas y trabajando donde estamos. Si se nos da la ocasión de seguir en División de Honor B, la aprovecharemos, pero no es factible en este momento», asevera.

Toca seguir potenciando la cantera. «Hay que afrontar las cosas con optimismo», dice Rosado. «Esperemos que tengamos una Liga Regional lo más potente posible. Intentaremos además jugar algunos partidos en Andalucía, Portugal o Madrid para coger ritmo», desea el entrenador, que prevé que el grupo de trabajo va a seguir siendo el mismo en el club. «Los que estamos aquí desde hace tanto tiempo, vamos a continuar remando de un modo u otro», vaticina. Su previsión es que «va a ser un año para recuperar a los jugadores se habían marchado y terminar de los jóvenes, tener un grupo nutrido de gente que nos ayude a pasar una larga etapa otra vez en competición nacional».